DE LOS BASTONES LARGOS AL CORDOBAZO

 

 

 

El antiimperialismo en la FUA,

Fiel a los mecanismos de discusión política y participación estudiantil que ha implantado, la FUA vuelve a reunir, en junio de 1965, al Consejo Nacional de Centros. La idea es preparar el debate tirando nuevamente sobre las mesas de estudio un documento orientador.

La Junta Ejecutiva denuncia, entonces, que "el nivel de vida desciende, las endemias hacen estragos, el analfabetismo se perenniza, las villas miserias se extienden por doquier".

La polarización Laica o Libre, que había movilizado las preocupaciones estudiantiles a fines de la década del `50, es ya un eco lejano, tan distante como la confrontación reformistas-no reformistas o antirreformistas. Al tensarse al máximo las lides ideológicas en un mundo sacudido por torrentadas transformadoras, asoman las discusiones entre antiimperialistas --de distinto signo- y una categoría, algo difusa por cierto, formada por quienes rechazan que el meridiano de los problemas pase por la dominación o no que los centros imperiales ejerzan sobre los países en vías de desarrollo.

Sin embargo, estrechamente vinculada a esta divergente visión estratégica se presenta una cuestión que ocupa los desvelos estudiantiles: si la Universidad es o no un apéndice mecánico del régimen.

Aluviones de discursos, estudios y publicaciones abordan este problema. En su documento preparatorio, la FUA describe la opción, discriminándola entre los que interpretan que la Universidad es "fatalmente asimilable por el régimen (de gobierno o sistema) o es factible que las luchas del estudiantado, aliado con agrupamientos de los demás claustros, la impulse en un sentido favorable al pueblo".

La FUA toma partido frente a tal alternativa y dice que el antagonismo teórico se resuelve en favor de la segunda premisa. "Es para volverla dócil al régimen -sostiene la FUA- que se orquesta esta campaña contra los derechos del movimiento estudiantil y por ello es que debemos calibrar la real gravedad de esta amenaza." 47 La central de los universitarios analiza de esta forma lo que visualiza como una ofensiva de sectores propios de la comunidad universitaria -principalmente sus autoridades- en contra de los gobiernos tripartitos de las Universidades de La Plata y Sur.

Un ambiente caldeado de polémicas y luchas antecede al VII Congreso de la FUA. En la Universidad del Sur se registraron movimientos estudiantiles contra planes de limitación al cogobierno y de oposición a los subsidios que dicha casa de estudios recibe de la Fundación Ford. Columnas de manifestantes salidos de Facultades del centro porteño desfilan entonando estribillos de apoyo al "heroico pueblo de Vietnam" y contra "los imperialistas yanquis".

En la Facultad de Ingeniería de Santa Fe, el Centro de Estudiantes se pone en pie de guerra contra las restricciones al estudio y los subsidios foráneos. En Buenos Aires grupos de universitarios se organizan para impedir que Walt Rostow, secretario de Asuntos Económicos del Departamento de Estado norteamericano, dicte conferencias en la Universidad.

La FUA acusa a Rostow de ser un propagador de "teorías noecolonialistas" en América Latina.

Por todo el país se extienden las reclamaciones por mayor presupuesto, se pone el grito en el cielo ante las expulsiones de estudiantes y por la discriminación ideológica contra profesores.

En Rosario, Córdoba, Tucumán, Litoral y Cuyo surgen demandas estudiantiles por mejores condiciones de estudio, edificios adecuados, precios accesibles en los comedores, becas y cursos de ingreso que se fundamenten en principios racionales y científicos.

Carteles colgantes, folletos y pintadas expresan el apoyo de los universitarios argentinos a los norteamericanos que se oponen a la intervención de su país en los asuntos internos de Santo Domingo, República Dominicana y Vietnam.

Signado por este florecimiento de las protestas, se reúne el VII Congreso de la FUA, Delegados de 61 Centros de las universidades de Buenos Aires, Litoral, Norte, Sur, Nordeste, Tecnológica, Córdoba, La Plata y Cuyo discuten las ponencias, entre el 8 y el 12 de octubre de 1965, en Buenos Aires.

Acerca de la "situación internacional", el VII Congreso resuelve "señalar como objetivos la lucha contra el imperialismo y el colonialismo, solidarizándose con las luchas de liberación encaminadas a destruirlas".

En el plano nacional, el punto crucial del documento elaborado por la comisión respectiva es el siguiente: "Apoyo estudiantil a los sectores populares en su lucha por el mejoramiento de sus condiciones de vida y la supresión del régimen de explotación y dependencia, en el camino de la liberación nacional".

En lo universitario, los congresales se expiden por "la lucha por un mayor presupuesto, orientándolo fundamentalmente a la atención de los problemas económicos de los estudiantes (biblioteca, comedores estudiantiles, becas, residencias, etc.) y el mejoramiento de la docencia".

Se elige nuevo presidente de la FUA a Raúl Salvarredy, un estudiante de la Facultad de Medicina de La Plata.

Onganía: los tanques y los bastones largos

El pustch militar que depone al presidente Illia toma al movimiento estudiantil en pleno auge combativo, aunque estremecido por las contradicciones internas. Comentaristas educativos y periodistas especializados en temas universitarios venían alertando sobre una marcada dicotomía entre militancias y alumnado sin encuadramiento. Por un lado, tendencias integralistas, humanistas, reformistas y conservadoras habían estimulado repulsiones a la politización de los claustros.

Por el contrario, las prietas falanges de la militancia más cercana a los Centros de Estudiantes, había mirado con indiferencia y desprecio a los "despolitizados" y llevado a niveles frenéticos la actividad.

El 28 de junio de 1966, el presidente constitucional de los argentinos pide por un taxi en las puertas del Congreso Nacional, tras ser derrotado en una sublevación de las Fuerzas Armadas, cuyo liderazgo estratégico ejerce el general, "azul", Juan Carlos Onganía. Se observa escasa o casi nula resistencia al golpe de Estado en las organizaciones populares y la CGT.

El ruido de sables se oye pronto en las Universidades. Eran el blanco preferido de los grupos económicos y periodísticos que, mancomunadamente, venían formulando denuncias contra lo que denominaban "infiltración marxista de la Universidad". El gobierno de Onganía pide a las autoridades autónomamente elegidas que permanezcan en sus cargos, pero el ofrecimiento es rechazado casi por unanimidad.

Los gobernantes militares deciden intervenir las Universidades.

En la noche del 28 de julio de 1966, efectivos policiales de la guardia de infantería y otras fuerzas de seguridad, a bordo de vehículos blindados, convergen sobre las Facultades de Exactas y Arquitectura de la UBA.

Crónicas periodísticas señalan que el oficial a cargo del operativo lleva bien memorizada una orden: "mano dura a quien se resista". El nutrido contingente policial arresta a punta de bastón y repartiendo golpes a diestra y siniestra a estudiantes, profesores y al decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Rolando García, quienes permanecían en el interior del edificio ubicado en la calle Perú, a metros de la Plaza de Mayo.

Un dispositivo policial de iguales características se aplica en el edificio lindante: la Facultad de Arquitectura.

El Consejo Superior de la UBA, mientras tanto, continúa en reunión permanente en la sede de la calle Viamonte. Estudiantes, profesores y graduados, junto al rector Hilario Fernández Long, deciden a la madrugada que ya nada queda por hacer y levantan esa virtual guardia de resistencia implementada por el gobierno autónomo. Se redacta una resolución, la 3.605, que pasa a los anales de la historia universitaria argentina.

El texto completo es el siguiente:

"Visto: que se han producido los hechos sobre cuyo peligro y gravedad la Universidad advirtiera a la opinión pública en fecha reciente y para evitar los cuales formuló un

claro llamado a todos los integrantes de la comunidad nacional, y

Considerando: que este Cuerpo con la autoridad que emana de la representación democrática de sus integrantes tiene la obligación de asumir la responsabilidad de expresar en nombre de la comunidad universitaria su convicción acerca de la vigencia de las instituciones democráticas y del pleno ejercicio de las libertades fundamentales, como bases insustituibles para el progreso y la justicia que reclaman la persona y la sociedad,

El Honorable Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires declara:

Como testigo de la libertad que es condición esencial de su existencia y de su misión específica y como decidido motor del progreso social la Universidad ha de seguir existiendo mientras cumple con su vocación de expresar con valentía su pensamiento y señalar las perspectivas históricas de la comunidad a la que pertenece. El movimiento militar que destituyó al presidente de la nación separó a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y disolvió el Congreso de la Nación y los partidos políticos haciendo tabla rasa de la Constitución y las leyes, no hará sino retrasar en muchos años el progreso del país y frustrar a esta generación de argentinos en nombre de un pretendido providencialismo verticalista. La Historia Universal y las vecinas experiencias de países americanos arrojan lecciones lamentables muy claras con respecto a los frutos.

Dentro de este cuadro amargo la Universidad procurará seguir cumpliendo fielmente con su misión pero siempre que no deba pagar para ello el precio inaceptable de silenciar su testimonio. Y si en la lucha por mantener su compromiso con la comunidad argentina fuera destruida su autonomía, el pueblo de la nación debe saber que su espíritu no podrá ser avasallado, porque vive en todos aquellos que mantienen corno argentinos la profunda convicción de que el progreso del pueblo en todos los órdenes es inseparable de la plena vigencia de los principios democráticos."

El 30 de julio se publica en la edición matutina del periódico "The New York Times", una carta al editor enviada por Warren Ambrose, profesor de matemáticas en el Massachussets Institute of Technology y en la Universidad de Buenos Aires. Ambrose es testigo y víctima del ingreso. violento de fuerzas policiales ) de la guardia de infantería a la Facultad de Ciencias Exactas.

Puede leerse en esa carta un dramático testimonio de los sucesos y lo que él califica de "brutal incidente", a fin de que los lectores del Times "envíen telegramas de protesta al presidente Onganía".

Cuenta que en la noche del 29 el rector Rolando García, a quien identifica como "un meteorólogo de fama internacional por haber sido profesor de la Universidad de California en Los Angeles" convoca a una reunión del Consejo Directivo de la Facultad. Se considera en el encuentro la decisión del gobierno de suprimir la autonomía universitaria y el emplazamiento a los decanos y al rector para que acepten la medida. El Consejo de Exactas -cuenta Ambrose- respalda la negativa del rector y los decanos a reconocer la determinación, por 14 votos a favor y una abstención (de un delegado estudiantil a quien no identifica).

Relata Ambrose que las puertas dé la Facultad son cerradys como única medida de resistencia al difundirse el rumor de que la policía ingresará por la fuerza. Había dentro unas 300 personas, 20 de ellas profesores y el resto estudiantes y auxiliares. Ambrose dice haber escuchado el estallido de bombas de gases lacrimógenos. "Luego llegaron soldados -cuenta- que nos ordenaron a gritos pasar a una de las aulas grandes donde se nos hizo permanecer de pie, con los brazos en alto, contra una pared. El procedimiento para que hiciéramos eso fue gritarnos y pegarnos con palos. Los golpes se distribuían al azar y yo vi golpear intencionalmente a una mujer -todo esto sin ninguna provocación-. Estoy prácticamente seguro de que ninguno de nosotros estaba armado, nadie ofreció resistencia y todo el mundo (entre quienes me incluyo) estaba asustado y no tenía la menor intención de resistir. Estábamos todos de pie contra la pared, rodeados por soldados con pistolas, todos gritando brutalmente (evidentemente estimulados por lo que estaban haciendo, se diría que estaban emocionalmente preparados para ejercer violencia sobre nosotros). Luego, a los alaridos, nos agarraron a uno por uno y nos empujaron hacia la salida del edificio. Pero nos hicieron pasar entre una doble fila de soldados, colocados a una distancia de diez pies entre sí, que nos pegaban con palos, o culatas de rifles, y que nos pateaban rudamente, en cualquier parte del cuerpo que pudieran alcanzar. Nos mantuvieron incluso a suficiente distancia uno de otro de modo que cada soldado pudiera golpear a cada uno de nosotros. Debo agregar que los soldados pegaron tan duramente como les era posible y yo (como todos los demás) fui golpeada en la cabeza, en el cuerpo y en donde pudieran alcanzarme. Esta humillación fue sufrida por todos nosotros -mujeres, profesores distinguidos, el decano y el vicedecano de la facultad, auxiliares docentes y estudiantes."

Ambrose prosigue describiendo heridas sufridas por todos los agredidos y dice que luego fueron todos conducido! en camiones, a una seccional para luego ser puestos en libertad.

Dice finalmente Ambrose en su carta al Times:

"No tengo conocimiento de que se haya ofrecido explicación alguna por este comportamiento. Parece simplemente reflejar el odio del actual gobierno por los universitarios, odio para mí incomprensible, ya que a mi juicio constituyen un magnífico grupo, que han estado tratando de construir una atmósfera similar a la de las universidades norteamericanas. Esta conducta del gobierno, a mi juicio va a retrasar seriamente el desarrollo del país, por muchas razones, entre las que se cuenta el hecho de que muchos de los mejores profesores se van a ir del país."

Los universitarios tienden puentes sobre aguas turbulentas

El 14 de julio de 1966 un conglomerado de 14 agrupaciones estudiantiles se entrevista con el ministro del Interior y reclaman la supresión del gobierno tripartito, disolución de todas las agrupaciones estudiantiles, expulsión de los profesores marxistas e intervención y reorganización de la editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA).

En el documento que hacen públicos las agrupaciones indican textualmente: "Es ingenuo hablar de infiltración marxista porque la Universidad es marxista". Suscriben la declaración Agrupación Gremial de Ciencias Económicas, Agrupación Libertad de Filosofía y Letras, Frente Anticomunista de Odontología, Frente Universitario Independiente, Grupo de Acción de Ingeniería, Sindicato Universitario Argentino, Sindicato Universitario de Arquitectura, Sindicato Universitario de Medicina, Sindicatos Universitarios de las Universidades Privadas y Movimiento Universitario de Centro Auténtico de Derecho.

El documento es recibido por Enrique Martínez Paz, a cargo interinamente del ministerio de Educación y Justicia. La solidaridad internacional con la universidad autónoma de la Argentina se expresa en el llamado "Acuerdo de Montevideo", firmado por representantes y autoridades de Montevideo, Santiago de Chile y San Marcos de Lima, Perú; expresan su "solidaridad con las universidades argentinas avasalladas y con las personas que mantuvieron lealtad a la autonomía universitaria".

Las protestas de ¡os estudiantes coordinadas por la dirección de la FUA comienzan a tener repercusión en todo el país. Se pronuncian contra las nuevas reglamentaciones el Centro de Estudiantes de Ingeniería, la Federación Universitaria de La Plata, y en un tono de moderada oposición se manifiesta la Liga de Estudiantes Humanistas de Tucumán. "En la Universidad -dice la Liga- conviven personas que sustentan ideologías contradictorias y si en ocasiones los no social cristianos acceden a niveles de poder ello no debe originar alarmistas pedidos de intervención, sino que debe hacer reflexionar sobre la necesidad de luchar en un marco de ordenada libertad a fin de dirigir a la universidad al servicio del país y de acuerdo a una cosmovisión social cristiana."

Se suceden las manifestaciones callejeras. La policía interviene para disolver a grupos estudiantiles congregados en el Hospital de Clínicas que habían respondido a una convocatoria de FUA e Intercentros. El día que debían iniciarse las clases en Ingeniería marchan unos 1.500 alumnos de la Facultad hasta la Plaza de Mayo. Ese día, en Córdoba, es reprimida en el centro de la ciudad una movilización de unos mil estudiantes universitarios.

El 26 de agosto son cuatro mil los que desfilan por calles cordobesas, siendo dispersados por la policía. En La Plata se intenta organizar una "marcha de silencio" que es impedida. Los estudiantes convierten la marcha en actos relámpago. Hay paros y manifestaciones en Salta, San Juan, Corrientes y San Luis.

Un pico de violencia se registra el 22 de agosto en Medicina de la UBA, cuando un grupo de estudiantes irrumpe en el despacho del decano Andrés Santas, quien es agredido.

El 20 de agosto se dispone la disolución del Centro la Línea Recta, fundado en 1894. A la vez, se anuncia la disolución de la FUA y de Intercentros. También es disuelta la Federación de Sur, la Federación de Córdoba y cerrado el club estudiantil de San Luis.

El gobierno militar crea el Consejo Asesor de la Enseñanza Universitaria Oficial para preparar un proyecto de ley. Integran el Consejo 14 profesores, de los cuales, el mayor tiene 88 años, y otros ocho están por arriba de los 65 años. Los estudiantes comienzan a hablar de ellos como "el consejo de ancianos".

El 7 de septiembre se realiza un paro nacional en todas las universidades, convocado por la fracción humanista de izquierda. Son desiguales las cifras de acatamiento que difunden los Centros y las autoridades. Para los primeros hubo repercusión, para los segundos no.

El 9 de septiembre un grupo de estudiantes intenta iniciar una huelga de hambre en la Catedral, pero se les impide la entrada. Numerosos estudiantes, en cambio, permanecen al margen de los conflictos.

En La Plata hay resistencia a la designación del rector Gorostiague. Cuando intenta asumir sus funciones, en prevención de incidentes son apostados casi mil agentes. La Federación Universitaria de La Plata dice en un comunicado: "Esto señala cuál es la autoridad que representa: revólver, machete y bastón".

Son arrestados luego 23 estudiantes residentes de Perú, Bolivia, Honduras y Paraguay al término de una misa en la Iglesia de San Ponciano. El argumento policial es que estarían preparando una Huelga de hambre.

En noviembre de 1966, para oponer mayor resistencia a la nueva política universitaria se unen en Córdoba las tres entidades más importantes: Federación de Agrupaciones Universitarias Integralistas, Unión Reformista Franja Morada y Federación Universitaria de Córdoba. Forman la Mesa Coordinadora de Agrupaciones Estudiantiles.

Es herido de bala en una pierna y detenido en Córdoba el estudiante Luis Alberto Cerdá. El activista repartía volantes contrarios a la intervención, el día que se reiniciaban las clases.

Uno de los movimientos de mayor envergadura se produce por iniciativa del Movimiento Integralista. Un grupo de sus adherentes, 72 en total, pide protección de la policía en la parroquia Cristo Obrero. En el templo declaran una huelga que dura 24 días. Diezmados por el desgaste físico y mental quedan sólo 21, luego de que el resto recibiese asistencia médica. Pese a su delicado estado de salud, los huelguistas abandonan la parroquia bien agrupados y con actitud firme piden al arzobispo de Córdoba que valore la conducta cristiana de los sacerdotes que les brindaron asilo durante aquellas largas jornadas de ayuno.

Rebeldes vorágines

Los fenómenos de reacomodamiento social, político, económico, y cultural que caracterizan a las generaciones de posguerra cristalizan y se precipitan durante la década del '60. La dinámica de desarrollo de la Humanidad traza líneas tan nítidas como interactuadas: Este-Oeste, Norte-Sur.

Cada vez más naciones de Asia y Latinoamérica sufren convulsiones políticas y sociales. En China, Mao Tse Tung produce el terremoto socioeconómico de la Revolución Cultural. La misión espacial norteamericana Apolo XI culmina exitosamente, y por primera vez dos seres humanos, los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin, bailan la danza de la baja gravedad sobre los silenciosos desiertos lunares. Millones de sus congéneres se alucinan con la transmisión en directo por televisión de la caminata por el satélite.

La rebeldía juvenil contestataria e iconoclasta se expande como un virus. Los hippies elevan al cielo sus dedos en "ve", los cantos de amor y paz, los "no" la guerra. Israelíes y árabes chocan en la Guerra de los Seis Días; el cirujano Christian Barnard en un Hospital de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, alarga por unos días la vida de un hombre insertándole en el pecho un corazón ajeno.

En la Argentina, Onganía ordena el cierre de la revista de humor político "Tía Vicenta", que lo caricaturiza en una portada como una morsa de gruesos bigotes. Peluqueros policiales rapan las abundantes melenas de jóvenes que intentan seguir los nuevos dictados de la moda-protesta. Onganía prohíbe el estreno en el Teatro Colón de la Opera "Bomarzo", letra de Manuel Mujica Lainez, música de Alberto Ginastera.

El 8 de octubre de 1967 muere en la Quebrada del Yuro, Bolivia, Ernesto "Che" Guevara, un médico argentino que había comandado las milicias castristas y ocupado cargos ministeriales en la nueva Cuba.

La foto del guerrillero argentino, tendido sobre una camilla y con los ojos entreabiertos, da la vuelta al mundo publicada en las primeras planas de los más grandes diarios. En Checoslovaquia, un movimiento obrero-estudiantil que pide democracia y libertades al gobierno comunista, es aplastado con el ingreso de tropas y tanques soviéticos, del Pacto de Varsovia, para conjurar lo que entienden como "desviaciones capitalistas". Con las últimas pedreas de los estudiantes al paso de los vehículos blindados se cierra el capítulo de la Primavera de Praga.

En la Argentina, pese al marco severamente represivo, la FUA reagrupa fuerzas y arremete contra el régimen. Lo hace actuando semiclandestinamente, mientras las grandes masas estudiantiles se retraen.

Pero las apariciones de los universitarios son explosivas. En Córdoba, resultan frecuentes los actos relámpago contra la gestión del interventor en la Universidad, Rogelio Nores Martínez. En una de esas manifestaciones callejeras, el 8 de septiembre, la policía disuelve a grupos que preparan una asamblea en pleno centro de la ciudad. Las columnas universitarias se dispersan para reorganizarse y volver a marchar. En uno de los tantos choques cae herido de un balazo el estudiante Santiago Pampillón de 24 años, estudiante de Ingeniería Aeronáutica y obrero de las Industrias Kaiser Argentina (IKA). Pampillón muere cuatro días después en el Hospital de Clínicas. Un grupo de amigos y compañeros lo lloran, sin estridencias, en las puertas del Hospital.

La CGT reclama en Buenos Aires una "amplia investigación" del crimen, en tanto estudiantes de todo el país ganan las calles en marchas de silencio y asisten a misas. Pampillón provenía de una familia católica, estaba vinculado a las huestes socialcristianas del Integralismo, y su padre, un comisario jefe del Cuerpo de Patrulleros de Mendoza (División Tránsito) dice en una entrevista periodística que está en condiciones de identificar al autor del disparo que mató a su hijo.

El Día del Estudiante, 21 de septiembre de 1966, marchan por Córdoba unos tres mil estudiantes que le rinden homenaje al mártir. Entre corridas y disturbios es arrestado Martín Hipólito Illia, el hijo del presidente depuesto.

El 1 ° de noviembre los integralistas vuelven a ocupar un lugar de preponderancia en la escena nacional. Unos 40 de ellos inician a modo de protesta desde su provincia, una marcha de 800 kilómetros hacia Buenos Aires. "Queremos mostrar al pueblo argentino -explican- una nueva imagen del estudiante universitario."

Antes de ponerse en marcha, los integralistas itinerantes advierten que no tienen ninguna intención de entrevistarse o ser recibidos por funcionarios gubernamentales. Sostienen que la kilométrica caminata tiene valor por si misma, sin ulteriores propósitos dialoguistas.

En abril de 1967, la Ley Orgánica para las Universidades Nacionales establece la prohibición de todo tipo de "militancia, agitación, propaganda, proselitismo o adoctrinamiento político", en las Universidades.

El contenido de la Ley merece una réplica pública de la Federación Universitaria de La Plata (FULP). "El gobierno militar -dice la FULP- le teme a la Universidad, la que podría ser un escollo peligroso por su capacidad crítica, su influencia en el medio social, su democracia interna y su espíritu de progreso."

En junio de ese año, se suceden las movilizaciones de la ;comunidad estudiantil contra la intervención en la Facultad de Ingeniería Química del Nordeste, Posadas. En otras casas de estudio hay paros, marchas y misas, como las que en septiembre proliferan por doquier en homenaje a Pampillón, en el primer aniversario de su muerte. Hay ocupaciones pacíficas en Facultades de Córdoba, Rosario y Litoral. En la Capital Federal, el barrio Clínicas se ve convulsionado por la noche a raíz de los gritos, gases lacrimógenos y corridas de una manifestación que efectivos policiales disuelven con energía.

Insurreccionalismo y "Cordobazo"

Resentida y maltrecha por los bastonazos de las noches de junio de 1966, la comunidad estudiantil universitaria comienza a gestar su revancha. La militancia reformista pierde terreno en la arena ideológica y organizativa frente a las novedosas tesis insurreccionalistas, tan en boga por efecto de un mundo convulsionado por las oleadas revolucionarias de la década.

Es la hora de los movimientos contestatarios. El cabello largo, la minifalda, las mutaciones en la música, el furor roquero, los Beatles, la meditación trascendental y las manifestaciones callejeras.

La era de las sublevaciones estudiantiles toca el cielo con las jornadas del mayo francés. Centenares de miles de universitarios y secundarios ponen en jaque al gobierno de Charles De Gaulle. Las fogatas, las ocupaciones de barriadas suburbanas de París. El movimiento llega a controlar las principales ciudades y se extiende al movimiento obrero, que reacciona tardíamente. Dirigentes de la poderosa CGT de Francia, influidos por el comunismo de inspiración soviética, califican de "grupúsculo" a los estudiantes insurrectos.

Al día siguiente, un colorido y heterogéneo torrente de casi 400 mil estudiantes atraviesa las calles parisinas burlándose del poder obrero al grito de “nous sommes un grupuscule" (nosotros somos un grupúsculo).

Acorralados por varios frentes, los gobernantes encuentran la válvula de escape. Los estudiantes habían llegado a un callejón sin salida luego de un paro general obrero-estudiantil. Las elecciones generales consagran la caída de De Gaulle pero no del gaullismo. El mundo desarrollado opta por el statu quo. La marejada decrece y la ilusión se desvanece. La caldera romántica en la Argentina es alimentada por leña ideológica de diverso origen. La Revolución Cubana, Mao, Perón, Hernández Arregui, Cooke, Sartre, Trotsky, Fanon, Lenín, Guevara, El Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo.

El movimiento estudiantil ve brotar lentamente el manantial insurreccionalista. Fracciones guevaristas y maoístas del PC controlan la FUA a mediados de la década. Unificadas en la Corriente de Izquierda Universitaria (CIU) imponen las grandes líneas.

Por otro andarivel circulan los retazos del viejo paño socialista. Crece la influencia del Movimiento Nacional Reformista motorizado por los estevezboeristas. Rosario y Santa Fe son el bastión de los emenerreístas, que captan voluntades en Mar del Plata, Córdoba y Litoral.

Otras vertientes son la izquierda criolla de la Agrupación Universitaria Nacional (AUN) y la Franja Morada. En sus orígenes la agrupación radical nuclea a su alrededor a dirigentes de la flamante Junta Coordinadora, a socialistas independientes y anarquistas. Génesis que encuentra en primera fila a Federico Storani, Marcelo Stubrin y otros hombres encolumnados entre los seguidores de un líder bonaerense de la UCR: Raúl Alfonsín.

Estudiantes de la clase media, baja y alta quedan cautivados por la fascinante cosmovisión racionalista y dinámica del marxismo. Pero otros, en el afluente nacional y popular que arrastra el peronismo -prohibido, proscripto su líder y desconfiados y resentidos de la tradicional "universidad gorila"- se alejan de los centros como de un leprosario. Dispersos, enfrascados en una vida semiclandestina, las vertientes peronistas se nuclean en la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la Federación de Agrupaciones Nacionales de Estudiantes Peronistas y las Fuerzas para la Organización Revolucionaria del Peronismo. Otros en el Movimiento Revolucionario Peronista -embrión de la Tendencia Revolucionaria y Montoneros- hasta que se fusionan a medias en la Coordinadora Provisoria de Agrupaciones Nacionales Peronistas.

En 1968, época de nacimiento de una ruptura transformadora en el movimiento obrero, aparece el clasismo y se funda la CGT de los Argentinos con Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, entre otros.

Las dos alas fraccionales -guevarista el Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI) y Maoísta la Tendencia Popular Antiimperialista Combatiente (TUPAC)- pasan a controlar la FUA con el liderazgo de Jacobo Tiefenberg, y tienden a confluir en una sola fuerza política.

La militancia sesentista atrona con su bullicio, es claramente visible e identificable cuando "barre" cursos, vive el vértigo desenfrenado de la carrera por la conquista del poder. El Poder está allí, al alcance de la mano. Se trata de acumular fuerzas, reunir un número razonable de adeptos y tomar la Bastilla. Se crea así la ilusión de una mayoría.

Menos activo, apegado a formas tradicionales de ejercicio de la política, el radicalismo universitario pasa por momentos inadvertido hasta la hora de las urnas en que florecen sus votos.

Utópicos, soberbios, altivos los sesentistas dibujan paredes, siembran bosques de carteles, menudean las riñas, desenvainan las cachiporras y recorren el desfiladero de la violencia. Hay largas noches de mate, naipes y divague.

Tal maremoto contestatario encuentra su contracara en el poder militar. Al mesianismo semicorporativista del onganiato se le acoplan las teorías neoconservadoras de cuño liberal de ministros como Adalbert Krieger Vasena.

La Universidad -Isla del interregno reformista 5866- se desgaja y el archipiélago se aproxima al continente. El movimiento estudiantil late al ritmo acompasado de las

huelgas populares como la del obraje de la represa Chocón Cerros Colorados.

Preludia el "cordobazo". Si Córdoba fue cuna del reformismo, la capital mediterránea vuelve a ser termómetro de la temperatura política argentina. El preludio es la muerte del estudiante de medicina Juan José "Chelito" Cabral, el 15 de mayo de 1969. Cabral integra las filas de una densa columna de unos 4.000 estudiantes que protestan por los aumentos de un 500 por ciento en los precios del comedor estudiantil de la Universidad de Corrientes. La columna es dispersada por una carga de efectivos de guardianes de infantería y caballería. En la esquina de Junín y San Lorenzo cargan sable en ristre y al evaporarse la juvenil muchedumbre, Cabral queda tendido en la calle, bañado en sangre.

Dos días después, la muerte del aspirante a médico es repudiada por una marcha de universitarios rosarinos. Una bala disparada por un oficial inspector de la policía atraviesa la cabeza de Ramón Adolfo Bello. El 21 de mayo, un grupo de estudiantes ingresa por la fuerza a la emisora LT8 de Rosario y resulta la tercera víctima: Luis Norberto Blanco, de 15 años.

La CGT declara un paro nacional que la regional Córdoba convierte en activo. Con las primeras luces del alba arrancan hacia el centro de la ciudad las primeras columnas obreras y estudiantiles. Los universitarios ocupan su reducto cordobés: el Barrio Clínicas. Centenares de ellos habitan las humildes pensiones y casas de alquiler de la zona. Se proclama al barrio "territorio libre de América", como una letanía, un ritmo de son centroamericano.

Comienza la epopeya cordobesa. Se dibuja en las paredes la leyenda "soldado, no tires contra tus hermanos", mientras se prepara la intervención militar. Testigos de las jornadas relatan después que los estudiantes se nucleaban en grupos de unos 15 miembros. Un cuerpo de autodefensa es comandado por un jefe para conducir diversas acciones de protección de la barriada. Equipos de abastecimiento surten a los grupos de cócteles molotov convirtiéndose en apoyo logístico de la pueblada. Postes de alumbrado, automóviles, barriles de lata y adoquines barrican los accesos. Se arman con piedras y cascotes para lanzarlos con hondas. Por la noche, en medio de las tinieblas del apagón, los manifestantes se comunican golpeando postes de alumbrado que transmiten mensajes de manzana en manzana. t1 esos golpes en clave los complementan con mensajes escritos y envueltos en piedras que son arrojados de azotea en azotea ocupadas por vigías nocturnos.

Como un reguero de pólvora circula la contraseña de los huelguistas: "soy estudiante" o "soy obrero".

Al anochecer se aprestan las tropas del III Cuerpo al mando del general Eliodoro Sánchez Lahoz. El militar admite, durante un noticiero televisivo captado en Buenos Aires, que "hasta las niñas cordobesas estuvieron en la destrucción". Onganía interpreta de modo distinto los episodios. "Los trágicos hechos de Córdoba responden al accionar de una fuerza extremista organizada para producir la insurreción urbana". Es su mensaje por la cadena nacional el 4 de junio. Pese a que la ciudad es recuperada el 30, la toma del Clínicas se extiende hasta el primero de junio, en que los carriers ingresan al Barrio ya desalojado y desierto. En los disturbios muere el estudiante Daniel Octavio Castellano.

Dice el general Alejandro Agustín Lanusse en su libro "Mi Testimonio": "Como el organismo que enferma de remedios, Córdoba estaba enferma de orden. De un orden que se le presentó como torpemente anacrónico cuando creyó avizorar que preparaba una regimentación corporativa. El mayo francés (los sucesos de 1968 en París) estaba entonces muy presente en la memoria colectiva pero, a diferencia de los episodios galos (donde hubo una sola víctima y por accidente), los tiros comenzaron pronto en Córdoba, disparados de una y otra parte".

Añade, sin embargo, un testimonio del general Jorge Carcagno cuya brigada recupera Clínicas: "yo pienso, personalmente, que los francotiradores no tiraban a matar".

El saldo es de por lo menos 14 muertos. En el cordobazo se radicalizan los "integralistas" de origen socialcristiano y se vinculan más estrechamente con el peronismo.

La FUA difunde su interpretación de los episodios cordobeses, que, a su juicio, "demostraron a todo el pueblo la fuerza incontenible de la clase obrera en lucha junto a otros sectores como los estudiantes".

"Los trabajadores de Córdoba no están solos --dice la FUA-. Está la decidida lucha del estudiantado argentino en Corrientes, Rosario, Tucumán, que se manifiestan en Córdoba con la participación masiva en asambleas, actos en las calles y en las empresas."

Frente a la ocupación militar de las ciudades de Rosario y Córdoba, la FUA transmite a Centros y Federaciones su plan de lucha y solidaridad. Tiene tres puntos de basamento:

 

"l) Realizar una Semana de Solidaridad y lucha junto a la clase obrera y el pueblo (...) convocando al conjunto del estudiantado. 2) Llamar al estudiantado argentino a realizar la auténtica solidaridad obrero-estudiantil para la lucha, uniéndose a la clase obrera y el pueblo por los objetivos comunes antidictatoriales y liberadores. 3) Llamar al estudiantado a profundizar su organización de manera de continuar el camino abierto en Córdoba, Tucumán, Rosario hacia la conquista de la Universidad popular, científica y democrática del pueblo liberado".