Prensa y Literatura

 

 

ARGENTINA
 

Historia


Prensa y Literatura
 

La sociedad no había cambiado solo en sus características y composición: la atmósfera general estaba cargada de conflictos que se multiplicaron mientras dentro del anarquismo avanzaba la idea de la huelga general procedida por actos de violencia, boicot y acciones directas. Las huelgas obreras constituían un hecho regular que movilizaba muchos trabajadores. El territorio nacional era cruzado por esas movilizaciones en las ramas y servicios más diferentes, aunque Buenos Aires y los suburbios fueron el epicentro. Ese fue el clima de la llamada " ley de residencia" que permitía al poder ejecutivo " ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público". En tres años, pues, el estado de la opinión pública y el ánimo de los protagonistas políticos había cambiado de tal modo que un proyecto análogo de Cané rechazado por innecesario o excesivo en 1899 sería retomado y convertido en ley, en 24 horas, el 22 de noviembre de 1902.

En una Argentina que crece y se moderniza, el impacto demográfico de la inmigración y los primeros resultados de la política de alfabetización impulsada por el liberalismo dan origen a un público con apetitos y necesidades hasta entonces desconocidos.

Comienzan a coexistir, un público con tradición literaria (especialmente francesa) que se nutre con los surtidos catálogos de las grandes librerías porteñas de Joly, Espiasse, Jacobsen, Brédhal, Moen y Lajouanne, y un nuevo público que devoraba los folletines de La Patria Argentina y más tarde los "novelones " de centavos y los cuadernillos gauchescos que editan Tomassi, Rolleri, Matea, etc.

Desde los albores de 1880 asistimos al nacimiento de una novelística que paga tributo al naturalismo en boga, pero que al mismo tiempo trata de explorar sus propios caminos.

Así también, la imprenta rioplatense se perfecciona e incorpora la tecnología industrial más avanzada, aunque muchos autores y editores, por razones de costo o de prestigio , recurren todavía a las prensas de Viena, París, Leipzig, Barcelona y Madrid. Jacobo Peuser, por ejemplo, se inicia como editor en 1881 con la importante " Descripción amena de la República Argentina" de Estanislao Cevallos, y en sus talleres se realizaron las primeras fototipias y fotocromías del país, y se compone el primer libro en linotipo (1898).

En el terreno periodístico aparecen La Prensa, La Nación, La Libertad, El Porteño, El Siglo, La Tribuna Nacional, La Ilustración Argentina, El Diario (de Manuel Lainez), Sud América, Don Quijote, El Censor, etc. Las revistas literarias, los magazines aparecidos a partir de 1890 señalarán, por su parte las líneas de desarrollo de este proceso cultural y los sucesivos ajustes que imponen las nuevas capas de lectores reclutados en la clase media urbana.

En los últimos años del siglo prevalece aún la "edición de autor", que constituye una aventura económica que pocos se atreven a intentar, según Ruben Darío "publicar un libro era una obra magna, posible sólo a un Anchorena, un Alvear o un Santamarina; algo como comprar un automóvil ahora, o un caballo de carrera".

La mayoría de los escritores, utilizó más frecuentemente las vías del periodismo y el magazine, y de manera más adverticia la edición, emprendida con los sacrificios y postergaciones del caso.

De todos modos en el ambiente de la Argentina finisecular la imagen del escritor ya está prácticamente configurada.

Roberto J. Payró es un buen ejemplo del nuevo tipo de escritor "profesional" que adviene a fines del siglo XIX . Payró se consagraría de manera exclusiva a la doble profesión de escritor y periodista. Desde el punto de vista ideológico, Payró no se aparta de las grandes líneas de la crítica social del siglo XIX, aunque también aflore una sublimación de la idea de arte "desinteresado’ y de la categoría de "trascendente" de artista, que se contrapone a los nuevos valores del mundo mercantil e industrializado y es heredera directa de la vieja teoría del l’art pour l’art.

La generación de 1880, traza teórica y metódica de una literatura con señales propias, acentúa la coloración europeizante y la primacía cultural de Buenos Aires por antonomasia. Todavía no son significativas las letras de provincia. La poesía es lírica e imprecatoria: Leopoldo Díaz y Almafuerte; el ensayo es un género reciente: José Manuel Estrada, Pedro Goyena y Joaquín V. Gonzáles; la narrativa pendula entre lo social y el costumbrismo: Miguel Cané, Eugenio Cambaceres, Julián Martel, Francisco Sicardi y Carlos María Ocantos.

Hacia final de siglo, de la mano y la letra de Rubén Darío, surge el modernismo. Preciosismo y simbolismo resumen la nueva estética, la que dará la voz más alta de la poesía argentina contemporánea: Leopoldo Lugones, a quien se debe, asimismo, el primer cuento de ciencia ficción en nuestra literatura. Lugones es el paradigma que censura en dos campos la literatura argentina. La voz de Lugones, entonces, resonará por largo tiempo, pero, lateralmente, surgen otras dos líneas de creación: el criollismo, pontificador del realismo rural con Horacio Quiroga y Roberto J. Payró, y el sencillismo, una poética de lo popular con Evaristo Carriego y Baldomero Fernández Moreno.

Un intermedio crítico permite rescatar, entre otros, el tradicionalismo de Ricardo Güiraldes y Guillermo E. Hudson; el preciosismo de Enrique Larreta; y el " Mester de juglaría" de Enrique Banchs.



El texto corresponde a https://www.monografias.com/trabajos/hisotiraarg