NACIÓN Y ESTADO

 

 

NACIÓN Y ESTADO

Transnacionalización y globalización.

 

La forma de organización política y jurídica de las sociedades característica de la época moderna es el Estado-nación. El Estado, tal como se entiende en la actualidad,es una organización centralizada, de tipo impersonal, que ejerce su poder sobre un conjunto de individuos que viven en un mismo territorio. El Estado ejerce su soberanía sobre este territorio y sobre los que habitan en él.

La soberanía de un Estado es la capacidad que éste dispone para imponer reglas.

De este modo, garantiza la paz en el territorio y protege las fronteras mediante diferentes instituciones. La soberanía implica, además -con distinta intensidad, según los gobiernos-, el aliento de determinado; valores, considerados propios o preferidos por esa nación: la preservación de la lengua nacional, el relato de la historia del país a través del sistema educativo, la promoción de bienes culturales que tengan relación con la identidad -en un sentido flexible y amplio de ese grupo social que habita dentro de las fronteras del Estado-nación.

En los últimos años,  algunos elementos que conformaban esta idea de Estado-nación parecen haber entrado en crisis. Cambios en distintos niveles alteran la tradicional idea de las fronteras nacionales. Estos cambios suponen, entre ' otras cosas, una visión de la soberanía menos acotada y más flexible que en su forma clásica.

La comunicación y la relación jurídica entre las naciones cambió a mitad del siglo XX, con respecto al siglo XIX. La existencia de una organización como las Naciones Unidas (ONU) es un hecho que puede ser visto como un fenómeno de globalización.

Sin lugar a dudas, supuso un intento de encontrar un marco jurídico internacional e implicó una posibilidad más  para resolver conflictos y de construir proyecto de cooperación internacional.

Actualmente se están produciéndose procesos que alteran este estado de las cosas; Los cambios en el orden científico-técnico han modificado las formas de producción Económica y también la forma de producción,  distribución y consumo de los bienes.

 

El Estado moderno es una forma particular de asociación política. Como hemos visto, existen grandes dificultades para definirlo simplemente como "la nación jurídicamente organizada". Definir al Estado a partir de las funciones que cumple también seria problemático, puesto que, como todas las asociaciones políticas, ha desempeñado y desempeña funciones diversas.

Un autor clásico de la sociología, Max Weber, propone definir al Estado a partir de un medio especifico que le es propio: el de la coacción física. La coacción es el empleo de la fuerza para obligar a alguien a hacer o decir algo. Para Weber, el Estado -a través de sus instituciones- detenta "el monopolio de la fuerza legitima", es decir, es el único autorizado para ejercerla fuerza.

En los Estados modernos, esta fuerza es ejercida mediante la aceptación de la comunidad de un cuerpo legal que regula las acciones de los individuos. Cada ciudadano de un Estado moderno acepta cumplir con determinados deberes de acuerdo con un conjunto de reglas organizadas: una constitución nacional, un cuerpo de reglas denominado derecho penal, derecho civil, etc. El Estado, por medio de sus instituciones, contempla el cumplimiento de estas reglas y prevé castigos en caso de incumplimiento. Ninguna asociación o persona individual, a menos que el Estado lo permita, puede hacer uso de esta fuerza, que es su monopolio exclusivo.

Los grandes grupos económicos no tienen en estos tiempos identidades nacionales demasiado definidas y, aun en el caso de que las tuvieran, su contexto de acción es cada vez más intemacional y el proceso mismo de producción suele desarrollarse en un contexto que trasciende las fronteras nacionales.

Tres o cuatro décadas atrás, un auto se fabricaba casi íntegramente dentro de las fronteras de un Estado nacional, más allá del origen de la empresa productora. En la actualidad, es probable que algunas piezas se fabriquen en Brasil, otras, en Francia y el anulado definitivo se realice en la Argentina. Esta realidad plantea la existencia de posibles dificultades legales en el ordenamiento jurídico de cada nación.

Del mismo modo, las nuevas formas que adquirieron los medios de comunicación de masas a causa del satélite, por ejemplo, hacen que las ideas tradicionales acerca de las fronteras culturales se vean cuestionadas de hecho. En la actualidad, cada vez más personas pueden ver en su casa emisiones de televisión provenientes de los lugares más diversos del planeta y en distintos idiomas. Este fenómeno presenta

aspectos democratizadores, pero también riesgos, en tanto hay países que no poseen, por ejemplo, una infraestructura que les permita producir sus propios productos. La libertad de elección que implica la presencia de más opciones, se ve restringida porque no todos los países tienen las mismas posibilidades de producción. Esta circunstancia plantea algunas cuestiones al concepto tradicional de soberanía. ¿Tiene el Estado nacional el derecho, por algún motivo, de restringir la circulación de algunos productos, como las ondas de TV? Si la comunidad acuerda que, efectivamente, en algunos casos lo tiene, ¿tendría capacidad real para hacerlo? ¿Existen las condiciones políticas y jurídicas que le permitan en estos casos ejercer su poder soberano?

Esta situación de hecho ha derivado en intentos de t)rganización jurídica transnacional. En algunos casos, estas organizaciones tienen t)bjetivos decididamente económicos como el tratado NAFTA, entre México y EE.UU o el MERCOSUR, en el que están implicados la Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. En otros, como en la Comunidad Europea, el tema de las relaciones económicas -que incluye hasta el proyecto de poseer una moneda común- no es el único y se llega hasta la constitución de formas de organización política como el Parlamento Europeo.

Es imposible predecir la futura evolución de estas formas de relación y sus consecuencias. Lo que sí se puede saber es que las nuevas formas de comunicación, las nuevas formas de trabajo y de consumo presuponen cambios en nuestra vida de todos los días. Inciden, por ejemplo, en la manera en que nos relacionamos con el conocimiento de los hechos que ocurren en distintas partes del mundo. Si hasta hace pocos años nuestras opciones para obtener información de lo que ocurría en el mundo estaban dadas solamente por el acceso a medios de comunicación nacionales, actualmente es posible que veamos cómo tratan una misma información medios de México, los EE.UU. o España. En este nuevo estado de cosas, los medios nacionales se ven obligados a producijla información de otra manera.

 

Todas las formas de organización de las sociedades humanas son históricas, es decir, no han sido ni serán siempre de un solo modo, cambian con el correr del tiempo. El Estado nacional modemo es la forma bajo la cual estamos viviendo en la actualidad, pero estos procesos de transnacionalización ponen en cuestión muchos de los elementos que ayudaron a construirlo.


El Estado según Max Weber

"El Estado moderno sólo puede definirse en última instancia a partir de un medio especifico que, lo mismo que a toda asociación política le es propio, a saber: el de la coacción física [...]. Por supuesto, la coacción no es en modo alguno el medio normal o único del Estado -nada de esto- pero si su medio especifico [...], el Estado es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado territorio -el concepto de territorio es esencial en la definición- reclama para si (con éxito) el monopolio de la coacción física legitima. Porque lo especifico de la actualidad es que a las demás asociaciones o personas individuales sólo se les concede el derecho de la coacción física en la medida en que el Estado lo permite.

Este se considera, pues, como fuente única del 'derecho' de coacción [...]. El Estado [...] es una relación de dominio de hombres sobre hombres basada en el medio de la coacción legitima [...]. Así, pues, para que subsista es menester que los hombres dominados se sometan a la autoridad de los que dominan en cada caso."

 

 

MAX WEBER

Economía y Sociedad.

Fondo de Cultura Económica, México, 1992.

 

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