A MENUDO EL SILENCIO...

 

A  MENUDO   EL   SILENCIO...

Cada vez que el cielo y las nubes arrasaban mi casa del pueblo aquel ,la casa de piedra mirando hacia el viejo lago cuando junto al fuego calentaba mis manos y una taza de café caliente esperaba sobre la mesa adornando dos rosas amarillas reflejaban con la poca luz tenue de aquella habitación .

Había siempre dos tazas preparadas para algún visitante o alguna persona inesperada que me hacia escapar de aquellas largas tardes donde el reloj anunciaba cada hora con un sonido de golpeteos donde una caja grande cubría su entorno, entonces me sentaba como siempre en un cómodo sillón donde cada ves que mi soledad acudía , rencorosa y aturdida me reclamaba llantos de viejas ausencias, entonces a menudo el silencio recorría mi mente y mi cuerpo como la misma sangre, y cuando el viento del norte azotaba las ventanas yo sentía una extraña e  interminable necesidad de aquel hombre que había pasado por mi vida muchos años atrás, en mi lejana juventud y aunque el tiempo ha pasado me parece que fue ayer cuando todavía latentes están sus caricias y besos, su mirada, su risa, sus costumbres y que raro suena aquello sin el, que lejos está sin haberme dado una sola oportunidad, porque tubo que ser así , cuando había tanto amor de por medio, cuando a menudo también la lógica y la esperanza formaban parte de todo nuestro mundo, el suyo y el mío, pero éramos tan distintos que ni la lógica podía unir algo que no se pareciera ....y casi sin darme cuenta estaba otra ves llorando como tantas veces lo hice en soledad ,en silencio...y cuantas veces escuche la voz  de aquel viejo amigo que alegraba mis pequeñas horas y daba todo por verme feliz , era lo mas o menos bueno que me hacia encontrar otra ves conmigo misma y me dolía el no poder hacer lo posible por que me viera bien, entonces una risa comformante salía de mis labios porque el merecía miles de mis sonrisas aquellas que ya casi ni recuerdo, hace tanto tiempo y hoy me veo tan vieja y tan vacía en este viaje de silencios interminables que vuelvo a sentarme a escribir como lo hacia entonces, con la diferencia que ahora estoy vacía con mis tantos recuerdos, solamente guardo fotos de aquellos días y de aquellos años donde de alguna manera creía en la felicidad , creía que podía llegar a ser posible dar y recibir, no solamente dar sin recibir, que soñadora incansable de afectos dados y venidos de tantos abrazos y besos que se hicieron cenizas, hoy cuento estas historias porque me quedan renglones vacíos que esperan ser escritos al menos para no borrar de la existencia aquel gran amor que quedo en el olvido, aquella presencia que lejos está sin saber si todavía me recuerda y sin saber si en realidad  alguna vez existió.

                                          Graciela Heinzen


GRACIELA HEINZEN LITERATURA