AUTORES DE LA MÚSICA IMPRESIONISTA

 

 

 

 

 

Autores de la música impresionista

 

El Impresionismo tiene su principal representación en Francia, sin provocar casi impacto en el resto de las naciones europeas. Desde el punto de vista musical destacan dos excelentes músicos, Debussy y Ravel, aunque hay una serie de autores que los acompañan y se dejan llevar en algunas ocasiones de sus influencias; se trata de Dukas, Faure, Saete y Mihaud.

 

Dukas (1865-1935)

 

Nace en París y alcanza el premio Roma de música. Entre sus obras más famosas destacan su popular poema sinfónico El aprendiz de brujo, el ballet La Peri, la obra dramática Adriana y Barba Azul, la sinfonía en do mayor, La tumba de Dubussy y bellas variaciones de piano.

 

Faure (1854-1924)

 

Nace en Premiers (Francia), tratándose de una de las figuras más importantes de la Francia de finales del XIX. Escribe un tipo de música de gran sensibilidad, casi exclusivamente para piano, aunque también destaca su música de cámara compuesta de dos sonatas para piano y violín, un trío, tres cuartetos, dos quintetos y muchas más melodías, a la vez que un excelente Réquiem y la ópera Penélope.

 

Saete (1866-1925)

 

Se trata de un compositor muy intuitivo que cultiva en muchas ocasiones el humor. También es uno de los integrantes del Grupo de los Seis agrupación de músicos franceses formado tras la Guerra Mundial en torno al poeta Cocteau y que adoptan como divisa la música útil para un uso popular. Este grupo está integrado por Milhaud, Honegger, Auric, Poulenc, Germana Tailleferre y Durey.

 

Las suites de Saete poseen títulos extraños y llenos de sentido del humor, tales como: Aires para hacer huir, Sonatina burocrática, el ballet Parada y el oratorio Sócrates

 

Milhaud (1892-1974)

 

Es el representante más avezado del Grupo de los Seis, al igual que también es el creador de la politonalidad, técnica que consiste en la composición que usa de varias escalas tonales. Compuso varias obras como Colón, Bolivar, David, y páginas sinfónicas como La Creación del Mundo, además de la cantata Pacem in Terram.

 

Debussy (1862-1918)

 

Nace en Saint Germaine (Francia) y es orientado hacia la música por una discípula de Chopin. En 1898 obtiene el premio Roma con su Cantata El hijo pródigo, además de publicar sus Canciones de Bilibis y Tres nocturnos para orquesta. A partir de este momento adquiere gran popularidad, siendo objeto de controversias entre los críticos, y es entonces cuando opta por un camino de creación muy personal, pudiéndose definir su estilo como mitad simbolista, mitad impresionista. Es el comienzo del Impresionismo como tal y este músico empieza a jugar el mismo papel que juega Monet en pintura.

 

Prefiere la armonía a la melodía y compone superponiendo manchas sonoras, contrastando unas con otras. Se olvida de los grandes temas de corte sentimental y se limita a hacer disfrutar de una música que trata da plasmar las impresiones rápidas y fugitivas del espíritu.

 

Debussy ama ante todo la espontaneidad reflexiva, el movimiento ondulatorio, las reacciones instintivas de la vida apenas organizada, cualidades propias de la psicología infantil. Ningún músico expresa con tanta asiduidad su amor por la infancia; son sus famosos Children's Corner, conjunto de seis piezas que dedica Debussy a su hija.

 

En 1892 compone su primer poema sinfónico, La fiesta del Fauno, y al año siguiente un vibrante cuarteto para cuerda. En años posteriores destacan sus composiciones Canciones de Bilibis y Tres nocturnos. Por esas fechas también compone una ópera bufa, Pelleas y Melisanda, obra que tarda en escribir nueve años.

 

También compone numerosas obras de piano, música de cámara y música de escena como el Martirio de San Sebastián. En general se puede decir que su música es desordenada, rebosante de sonidos y capaz de captar la atención del oyente, cautivándolo y distrayéndolo a la vez.

 

Ravel (1857-1937)

 

Nace en Ciboure (Francia) y es el más fiel discípulo de Debussy. A pesar de ello se aprecia una diferencia notable entre ambos: la característica de Debussy es el lirismo con el que trata la mayoría de sus composiciones, mientras que Ravel aporta a la composición musical una visión mucho más intelectualizada. Además, el primero cultiva con mayor frecuencia la poesía de una forma plácida, llegando a componer en tono de humor, mientras que el segundo aspira a estudiar lo mágico e intangible.

 

 

Ravel cuenta con una obra abundante, de entre la que destaca la de temática española, pues Ravel era descendiente de españoles. En este sentido destaca su Bolero y Rapsodia española. También como música orquestal, Ravel compone dos conciertos para piano y orquesta y un ballet, Dafne y Cloe; una ópera cómica con tema también español titulado La hora española; un cuarteto para cuerda, dos sonatas y numerosas piezas para piano que convierten a este autor en uno de los más importantes del siglo XX.