JUAN ARANCIO

12.09.2013 01:34

 

EL MUNDO DE TINTA DE JUAN ARANCIO

raulcelsoar 11/05/2010 @ 10:20

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El mundo de tinta de Juan Arancio

 

Domingo Sahda

 

 

 

 

DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE https://www.ellitoral.com/

 

 

 

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Desde días atrás se exhibe en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, sito en calle 4 de Enero 1510, una muestra que nuclea trabajos a tinta, iluminados en su gran mayoría, del artista Juan Arancio, conocido dibujante que a lo largo de los años ha desarrollado una carrera como ilustrador temático de relatos vinculados con cuestiones socioculturales relacionadas con su entorno geográfico —el litoral fluvial—, concretando en otras oportunidades dibujos-tintas centrados en la historieta gráfica.

 

 

Arancio, quien posee una muy particular ductilidad en la elaboración de sus estampas y secuencias narrativas, se vale —se ha valido— de muy modestos recursos técnicos propios del lenguaje visual, los cuales, ensamblados a su particular y muy específica capacidad para escenificar secuencias, le han permitido construir un “corpus” propio inscripto en un repertorio de directa accesibilidad y comprensión que se extiende al gran público.

 

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Las ilustraciones de textos novelísticos o poéticos cuentan con una larga tradición en la expresión plástica de occidente. De ello dan fe, tanto a su favor como en su contra autores diversos con diferentes argumentaciones. Ello se puede constatar fácilmente en el diccionario Akal de Estética Madrid-España/1998.

 

 

Diremos en principio que la imagen vinculada directamente con el texto escrito recorta en el plano aquello que la palabra enuncia, y lo hace siempre desde la óptica particular de su creador, el dibujante, quien hace traslación más o menos fidedigna de un lenguaje: el lecto-escrito al específicamente icónico. En este propósito, inevitablemente se subrayan aspectos en detrimento de otros que se desvanecen o pasan casi desapercibidos.

 

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Así las cosas, la excelencia manifiesta en el trazo de cada escena dibujada por el expositor, quien interpela al texto prefijado “Martín Fierro” le otorga al mismo un particular atractivo que indirectamente impregna el imaginario del observador. El “personaje” representado pasa así a ser una imagen cristalizada e inamovible, con el riesgo cierto de caer en el estereotipo visoconceptual.

 

 

Juan Arancio es un artista en tanto concreta su particular oficio recreando escenas en las cuales la elaboración senso-perceptiva se encabalga en un proceso de abstracción constante.

 

 

Es ello y no otra cosa el suponer que sus personajes “viven” las situaciones recortadas, obviándose que ellas son, esencialmente, un entrelazado de líneas, tramas, grises y luces organizadas en función de un relato prefijado. En éste, como en otros casos similares, el dibujo propiamente dicho es subsidiario del relato y cobra especial vigor por el entramado de esta dupla de lenguajes. La socorrida argumentación de su valor plástico por su verosimilitud indiscutible soslaya la real abstracción que presupone la representación de un volumen corporal, de un escenario tridimensional circunscripto al plano bidimensional.

 

 

Juan Arancio es un buen dibujante, un buen ilustrador temático, cuyo excelente oficio se ha ajustado deliberadamente a determinados tópicos de fuerte raigambre social, los que siendo sin dudas válidos en sí mismos han retaceado el despliegue de este autor hacia otros horizontes expresivos.

 

 

La ductilidad manifiesta, la excelencia evidente en el trazo se puede apreciar tanto en sus ilustraciones del Martín Fierro como en las viñetas del relato Miguel Strogoff, el correo secreto del Zar que se exhiben en una sala teatral, junto a otros ejemplos de ilustraciones del relato de José Hernández.

 

 

La aptitud de observación y traslación al plano definen un modo de construcción de cada anécdota plástica y se manifiestan como la cristalización de un afiatado oficio que inevitablemente se repite a sí mismo en sus coordenadas temporo-espaciales.

 

 

La fruición siempre se ajustará al criterio subjetivo de exactitud, de resolución visual de cierta e inmediata comprensión y consecuente aceptación. La idea de lo “bien hecho” se superpone a toda otra mirada en tanto que la inquietud ante lo inesperado, lo alternativo, lo nuevo, queda ocluida. Subyace la idea de que “todo está donde debe estar” y el dibujo entendido como hipótesis de interpretación subjetiva de la experiencia humana queda anulada.

 

 

Una muestra cuyo aporte al horizonte cultural santafesino es plausible, engarzándose a otros matices que conforman el corpus del arte visual de la región.