COLONIZACIÓN

 

 

 

 

LA COLONIZACION ARGENTINA

 

 

 

Extraído del libro "LA COLONIA NACIONAL PTE.AVELLANEDA Y SU TIEMPO" lra. Parte, del Doctor Manuel I. Cracogna

 

A mediados del siglo pasado (se refiere al siglo XIX)  la situación general de la República Argentina era incierta e imprecisa. La lucha enconada por la supremacía de las tendencias de unitarios y federales con sus rasgos de violencias y de muertes, mantenían a la población en constante inquietud mientras las actividades que podían nutrir el bienestar se hallaban estancadas, esperando tan sólo la pacificación de los ánimos y la estabilidad de los gobiernos para encauzar los esfuerzos hacia el desarrollo y progreso del país.

Ver HISTORIA ARGENTINA: La Federación (1835-1852)

Al mismo tiempo, nuestro extenso territorio, con escasa población, no ofrecía otra cosa que terrenos incultos, con las características de la pampa y de las cuchillas, salpicados con atrevidos cardales que ocultaban las sendas transitadas por las pesadas carretas y las lentas diligencias, únicos lasos de contacto entre postas y ciudades que, sobre las fronteras, sobrevivían bajo la constante amenaza de indígenas y matreros.

En las regiones de llanura y de ricos pastos, millones de animales vacunos, ovinos y equinos, formaban la riqueza fundamental de la nación y eran la fuente casi exclusiva de nuestras primeras exportaciones. De allí que la ganadería y sus productos constituían el signo inequívoco de nuestra fuerza económica.

En los objetivos de los hombres de empresa de aquellas épocas, no cabía otra concepción que el de ser poseedores de extensiones considerables de tierras para explotar la riqueza pecuaria. Así sucedió gracias a las donaciones y a las concesiones generosas otorgadas por el Estado, heredero y dueño absoluto de millones de hectáreas de campos fértiles, sobre todo en la región entendida como pampa húmeda.

 

BERNARDINO RIVADAVIA

 

Ver HISTORIA ARGENTINA: Bernardino Rivadavia - ¿Qué es la enfiteusis?

Eliminada la enfiteusis de Rivadavia, que ya había dado lugar a abusos y facilitada la obtención de tierras, no hubo intención en ello de propender al desarrollo de la agricultura y al establecimiento de colonias. El escritor Gori, con breves palabras, nos ilustra sobre el panorama de aquella época:

“El país se mide en término de estancias, y si desde la época del gobierno español se vienen formando dilatadas propiedades privadas, ahora se acentúa la tendencia general a la dilapidación de la tierra pública, y a la formación de latifundios, que, a corto plazo, frenen los intentos de colonización agraria, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Aquí en 1840, según Avellaneda, doscientas noventa y tres personas poseían 3.436 leguas de tierra", y agrega que, según la aplicación de un decreto de 1836, "cadauno de los adquirentes obtuvo un promedio aproximado de cinco leguas cuadradas". Y llega a la penosa comprobación de una desequilibrada realidad: “Con tierra excelente para la agricultura, se importaba harina de los Estados Unidos, sin llevarse adelante una política que propendiese a un fuerte desarrollo del cultivo de cereales, por más que hubieran ejemplos de producción de trigo y maíz en chacras del norte de la provincia".

Pasaron los años sin que se llegara a modificar un sistema tan pernicioso , para los intereses del país; al contrario, el otorgamiento a manos sueltas de grandes extensiones  provocó la práctica de una descarada especulación que no hizo más que enriquecer a una reducida oligarquía.

Refiriéndose a este proceso, Jules Duval - citado por Nicolás Avellaneda en su obra - se expresa en estos términos contundentes:"Las donaciones ejercen una influencia perniciosa sobre las costumbres públicas. El otorgamiento se convierte en un ramo de comercio que desmoraliza. Las personas influyentes solicitan y obtienen tierras nada más que para revenderlas; y con este tráfico vergonzoso todo queda comprometido, la dignidad del hombre, la delicadeza de los funcionarios y los intereses del país". .

El reglamento oficial de 1825, que disponía la creación de una comisión de inmigración, fue también un válido antecedente para el establecimiento de colonias agrícolas.

En base a ese instrumento legal una compañía denominada "Asociación Agrícola del Río de la Plata", surgida por la dedicación especial de Barber de Beaumont, despertó interés en Inglaterra para reclutar colonos destinados a una colonia, lo que logró con campesinos de Glasglow y Liverpool, con cuyo concurso se estableció un centro agrícola en Entre Ríos. Fue un primer intento organizado. Sin embargo fracasó por la desatención de los poderes públicos, faltos de experiencia y absorbidos por las luchas políticas que privaban en el quehacer de los gobernantes.

Luego de esta malograda empresa, se conocen otros ensayos de colonización sin que hayan llegado a una feliz concreción. A este respecto cabe recordar los nombres de los hombres que emprendieron los primeros indicios de colonización sin que pudiesen recoger los frutos que aspiraban. Los principales: Brougnes, en Corrientes, con colonos de Burdeos, firmando el primer contrato de colonización con el gobernador Pujol; Juan Lelong, que no alcanzó a organizar el núcleo agrícola y que parte de los elementos dispersos fueron la base de la colonia San José, de Entre Ríos; El coronel Clemente, que en 1853, con alemanes ex combatientes de Caseros, funda una colonia en Entre Ríos, lo mismo que el alemán Rosenbrock, en la colonia Villa Urquiza, en la misma provincia; el coronel italiano Silvino Olivieri, que al frente de un grupo de colonos que llamó "Legión Agrícola Militar", puso los cimientos de una colonia que llamó "Nueva Roma", al oeste Bahía blanca, al pie del dominio indígena.

Derrocada la dictadura de Rosas y un tanto apaciguados los ánimos por los enconos subyacentes en el fervor partidista de gobernantes y caudillos, el país se dispuso a cimentar una suprema aspiración: su definitiva organización. Para ello, una asamblea de delegados de todas las provincias con excepción de Buenos Aires, que la aceptó años después, promulgó la Constitución Nacional, hecho auspicioso que significó un hito histórico para la nación. Ocurrió el 1° de Mayo de 1853, en la ciudad de Santa Fe.

La sanción de la Carga Magna tuvo el valor de una garantía poderosa para el desenvolvimiento de iniciativas que condujeron al bienestar general y al progreso del país. Si bien aún enfrentados el centralismo de Buenos Aires con el federalismo de las provincias demorándose el mutuo acuerdo para beneficio de la unión nacional, no existió motivo para que gobernantes bien inspirados llevaran a cabo y apoyaran la política y los proyectos tendientes a fomentar la inmigración y la creación estable de colonias agrícolas.

A la sombra de la Constitución y apenas 45 días después de su sanción, el gobierno de la provincia de Santa Fe firmaba con D. Aarón Castellanos un contrato para introducir en el territorio santafesino mil familias de labradores europeos, escogidos por el señor Castellanos, "todos los que serán honestos y laboriosos". Tal fue el sentido esencial de este convenio, consistente en veinte artículos, firmado por don Manuel Leiva, Ministro General de Gobierno, autorizado por el Exmo. señor Gobernador don Domingo Crespo y el colonizador don Aarón Castellanos. Este protocolo, suscripto ante el escribano de Gobierno don Abraham Luque, lleva la fecha de 15 de junio de 1853 y constituye el origen de la fundación de la colonia Esperanza, cuya población se llevó a cabo en los primeros días de 1856 con la llegada de los inmigrantes, la mayoría suizos, saboyardos y alemanes.

Con la fundación de Esperanza, considerada con toda justicia la primera colonia agrícola del país, ya que se sobrepuso y dominó las adversidades hasta llegar a nuestros días, en que nos encontramos con una pujante ciudad, cabecera del departamento Las Colonias, dio principio al empuje colonizador del país y de manera ostensible en la provincia de Santa Fe.

"Los colonos (extranjeros) trajeron ideas y tendencias nuevas, el culto al trabajo, el arraigo a la tierra que enaltece y da fuerzas, relaciones fraternales con los nativos, lazos sociales, medios que crean amplitud de miras y mayor libertad e individuales altiveces. Con ello vino la paz tan necesaria al país, tan necesaria al trabajo, indispensable al bienestar individual y común; la educación acrece y se perfecciona; y el choque de creencias religiosas diversas, las costumbres y procederes de semejantes, abren una nueva era al desarrollo social y político de la República".

A la obra del pionero de la colonización, Castellanos, debemos agregar que vislumbró las posibilidades de traer colonos al Chaco santafesino sin que prosperara el proyecto. En cambio, don Mariano Cabal, en 1866, obtuvo éxito en lograr una gran concesión de tierras en esta misma región (estimada en dos millones de hectáreas) "en retribución a la campaña que organizó para erradicar a las tribus indias de esa parte de la provincia", según nos expresa E. Gallo en su enjundiosa obra "La pampa gringa". Aclaremos que la campaña de Cabal mencionada, no llegó hasta nosotros.

A la sazón, otro emprendedor de la colonización, Guillermo Perkins, que fuera funcionario de la comisión de inmigración de Rosario, como respondiendo al ideario de Sarmiento de fundar colonias con elementos norteamericanos, efectuó una expedición hasta El Rey, con elementos de aquella nacionalidad, para ofrecerles las tierras de nuestra región en las márgenes del arroyo histórico. Quizá la creencia de que esta zona no era propicia para cultivo de cereales, hizo que los visitantes desistieran de aceptar el ofrecimiento y optaron por ir más al sur, en las costas del San Javier, donde se instalaron en un núcleo agrícola que llamaron Nueva California, en las inmediaciones de Alejandra.

Creemos estimable observar que para efectuar una aceptable evaluación del proceso colonizador en nuestro país, se puede tener en cuenta varios factores que se concatenan y que nos dan la pauta de los grandes progresos.

Ellos son: Tierras disponibles, inmigración, colonización, agricultura y ferrocarriles. Estos valores forman un todo, cuyo desarrollo armónico, que nuestra país llegara a ser el llamado granero del mundo.

"Conjuntamente con los ferrocarriles, otros medios de comunicación se desarrollaron rápidamente, especialmente el correo y el telégrafo. A mediados del ochenta, el teléfono había sido introducido en las ciudades de Santa Fe y en Esperanza, por aquel entonces centro principal de la colonización agrícola".

Cabe señalar que la fundación de colonias ha tenido diversos orígenes pudiéndose establecer dos grandes grupos: el de aquellas creadas por gobiernos, nacional y provinciales, y las que fueron implantadas por entidades o empresas privadas y por particulares. Fueron estas últimas la mayoría porque estuvieron a cargo de personas muy vinculadas a terrenos, obtenidos con facilidades y revendidos como una simple comercial. Estos traficantes de tierras surgían de inicialmente inmigrantes que hicieron "L'América", lo mismo que hacendados y otros colonos auténticos que abandonaban las chacras para retirarse a centros urbanos. De estos casos tenemos ejemplos en nuestra región con campos que pertenecieron a primeros pobladores, que conocieron trabajos y sacrificios en el inicio de sus actividades, troncos de familias tradicionales, cuyos patrimonios los sucesores, no alcanzaron a conservar por contrariedades económicas.

Refiriéndonos a las nacionalidades de los grupos extranjeros que la provincia de Santa Fe, según el censo de 1887, y que en gran parte habitaban las colonias, hemos tomado de E. Gallo, las cifras de dicho censo "indican que en el corazón de la región cerealera (Las Colonias Castellanos) había más italianos que argentinos. Por aquella época en 34 de los 106 distritos en que se hallaba dividida la provincia los italianos superaban en número a los pobladores nativos. Tomando en cuenta los extranjeros, los italianos predominaban en 91 distritos; los suizos en (en las viejas colonias de Esperanza, Las Tunas, San Carlos, San Jerónimo y Cayastá); los británicos en 5 distritos ubicados en el país  ganadero (Pavón Centro, Pavón Norte, Pavón Arriba, Venado Tuerto y Florencia); los españoles en 3 (Arroyo del Medio Abajo, Arroyo del Medio Centro y Arroyo del Medio Arriba) y los austríacos en 2 distritos del norte (Avellaneda y Reconquista).

El mismo autor nos ilustra con un cuadro del segundo censo nacional del año1895 sobre los extranjeros residentes en la provincia de Santa Fe. Por considerarlo de interés lo transcribimos a continuación:

 

País de Orígen

Habitantes

Italia 109.364
España 21.163
Francia 10.272
Suiza 5.622
Alemania 4.475
Reino Unido 2.944
Austria 2.896
Otros Europeos 3.240
No Europeos 5.692

 

Las colonias fundadas y/o sostenidas por el gobierno nacional a través de la Comisaría General de Inmigración y de la Oficina Central de Tierras y Colonias fueron: Villa Libertad, General Alvear, Formosa, Resistencia, Presidente Avellaneda, Caroya, Sampacho, Iriondo, Olavarría, Reconquista, y Santa Cruz.

Nos referimos a los centros agrícolas que surgieron por aplicación de la Ley 817, del 19 de octubre de 1876.

Puesta en vigencia esta ley, desde los círculos oficiales competentes, inició la gestión del establecimiento de colonias con los mejores propósitos. No tardaron en presentarse dificultades que debieron ser sorteadas mediante esfuerzos frente a la afluencia inmigratoria. Sobre este hecho, nos remitimos a la autorizada relación del Comisario General de Inmigración Juan Dillon elevada al Ministerio a principios de 1881 en la que llegaba poner en duda las bondades del sistema adoptado. Y agrega: "Pero ya no era posible detenerse, el dado estaba tirado, las familias a quienes debíamos en los términos de la ley, se agolpaban; era necesario improvisar, inventar y discurrir los medios de suplir la falta de preparación, y todo esto en medio de ia escasez de recursos que hacía detener las resoluciones para proveer cada cosa a su tiempo, lo que ha causado el atraso de algunas colonias."

Al término de su comunicación, en base a la experiencia ya adquirida, el señor Dillon hace algunas indicaciones sobre colonización para evitar los posibles fracasos a que estaba expuesta la empresa. Sus sugerencias fueron decisivas y así quedó demostrada su clara visión del problema. Decía entonces: "El gobierno no debe ser colonizador por sistema. Su acción debe limitarse a fomentar las empresas particulares y la acción de los gobiernos provinciales. Excepto en aquellos casos en que no se pueda de otro modo dar impulso a la población de territorios nacionales, como ya lo ha hecho en el Chaco y Patagonia...". En otro párrafo insiste: "No deben pensarse en colonización sin contar con los recursos necesarios o estar resuelto a buscarlos si falten, pues en esta obra, toda vacilación o demora es ruinosa y puede ser origen de fracaso"

Sobre lo acreditado de sus conceptos nos da la prueba que el gobierno nacional no prosiguió su tarea de colonizar por propia iniciativa. Lo confirma además la estadística que señala el ínfimo porcentaje de colonias oficiales frente al cúmulo debido a empresas privadas y de particulares, también no siempre con resultados positivos.

Referente a los esfuerzos de hombres emprendedores, la provincia de Santa Fe fue la más activa y fecunda en establecimiento de colonias agrícolas.

Sin duda alguna puede afirmarse que la actividad colonizadora un avance extraordinario en el desarrollo de la agricultura, que desde entonces fue uno de los pilares de nuestra economía. El adelanto en la producción agrícola-ganadera se puede deducir por los porcentajes en las exportaciones que si antes predominaban las lanas, cueros y carnes congeladas, al comienzo del siglo se había logrado una paridad en las cifras. Una idea exacta de movimiento la da el siguiente cuadro expuesto por el Dr. Roberto M. Ortiz en su "Historia económica de la Argentina", que nos da a conocer José Maria Rosa .

 

Años Agricultura Ganadería Suma
1880/1884 6,69 % 89,13% 95,82%
1885/1889 16,62% 80,65% 97,27%
1890/1894 28,80% 66,40% 95,20%
1895/1899 31,06% 64,25% 95,31%
1900/1904 46, 69% 48,71% 95,32%

 

Cabe hacer notar que en el proceso colonizador promovido con sentido progresivo desde los altos sitiales gubernativos, la legislación tendía a otorgar  al inmigrante agricultor sobre todo los mayores beneficios con tal de lograr arraigo en las tierras puestas a su disposición, ya sea por medio de entes oficiales o a través de la actividad privada. Así se fue poblando el territorio para provecho el país.

Con todo ello, por lo benéfico de tales actitudes, surgía una notable diferencia en el trato discriminatorio con que se obraba frente a los criollos apareciendo privilegios irritantes que engendraban enconos difíciles de superar.

Estos hechos discordantes tenían eco en las esferas oficiales  y fue don Nicasio Oroño quien tuvo palabras de reproche ante esta desigualdad, haciendo justicia a los nativos, desplazados por lógica gravitación de las circunstancias. Sobre este agudo problema, se expresó con claridad:"... me refiero a la injusticia de nuestras leyes, que consagran para el inmigrante europeo las franquicias, todo el amparo, todas las consideraciones de la Nación, dejando a1 hijo del país en el olvido más completo, cuando no excluído expresamente del goce de aquellos beneficios..." Y aclara sobre una verdad indudable.., lo que todavía no ha conseguido (el Estado), a pesar de todos sus esfuerzos, es  que los hijos del país puedan trasladarse a las colonias nacionales por cuenta del Estado, como pueden hacer los extranjeros...".

Por otra parte, eran frecuentes las quejas de los colonos frente a los abusos y arbitrariedades de las autoridades de algunas colonias como lo fue en Avellaneda, por el evidente contraste por el idioma, usos y costumbres y el natural menosprecio del criollo hacia todo lo extranjero.

Han pasado los años, las colonias adquirieron su propia identidad, desaparecieron las discrepancias y aunque los grupos étnicos mantengan sus naturales inclinaciones , los espíritus y las voluntades se conjugan para elaborar de consumo el bienestar común.

 

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