ALGUNAS REFLEXIONES DEL AÑO 2.000

 

 

 

A fines del año 2.000, mi sitio está cumpliendo dos años en la red mundial. Comenzó y sigue muy humildemente, pero sin complejos de inferioridad frente a millones de páginas desarrolladas con el más alto profesionalismo y la última tecnología. Con una difusión muy limitada, siempre efectuada de la mano de buenos amigos, publiqué algunas cosas de mi región, cuando las computadoras conectadas a Internet en Avellaneda, podían contarse con los dedos de una mano.

Si bien, ya desde 1995, cuando el Internet empezó a ser difundido de manera masiva por todo el globo terrestre, millones de personas creyeron que habían encontrado la solución económica para sus problemas y los más optimistas decían que miles y miles de empleos serían generados en todas las partes del mundo, y que los efectos serían instantáneos, debido a la velocidad con que los negocios podrían ser realizados en la red, cuando en 1998 me di cuenta de las verdaderas posibilidades de este medio de publicación –del que fundamentalmente me fascinó la libertad de pensamientos, ideas y acciones- , y comencé a recopilar alguna información, y con elementales herramientas ponerla al alcance de muchas personas, también con la ilusión que da esta maravillosa red, en la que teóricamente llegas a cualquier rincón del  planeta. Fue notable la falta de interés, en el ámbito local, de apoyo, al menos en facilitar material, especialmente de organismos oficiales, y viendo hoy como otros sitios de la región, con un desarrollo comercial y profesional crecen y cuentan con toda esa atención que no tuve, y siento que ese idealismo que tuvo en los comienzos la red, fue avasallado por el lógico y posiblemente necesario entorno mercantilista, entendiendo cabalmente que esa falta de interés manifestada  por quienes más debían haberse sentido impulsados a generar información para que se conozca lo nuestro, no la facilitaron en su momento ante un temor de perder un negocio que suponían estaba detrás de todo esto. Seguro que es, desde ese punto de vista, lógico apoyar hoy los emprendimientos de páginas impulsadas por los habituales y profesionales comunicadores sociales de la región y dentro de un marco donde no pueden estar  ausentes  la búsqueda de beneficios económicos. Han proliferado en la red sitios que ofrecen dinero por la navegación, anuncios que generan dinero, y hasta programas que uno puede bajar de esos sitios que despliegan publicidad para ser vista en una pequeña barra abajo del browser, y que son muy invasivos, ya que piden que se cambie la configuración de la pantalla, lo cual es un precio demasiado alto para unos pocos dólares mensuales. Llámese competencia desleal o no, la realidad es que muchos de estos sitios han recibidos millones de visitas y gracias a eso pueden exhibir a sus anunciantes estadísticas abultadas por las visitas de personas cuyo único interés es el dinero y no el contenido.

En el principio, el Internet era tierra de nadie, por eso era común ver profesionales de un área inmiscuyéndose en áreas que no eran propias de su profesión. Ingenieros de la computación, programadores, y otros profesionales del área informática, de la noche a la mañana se transformaron en "webmasters" y webdesigners de la red. Personas comunes, de todas las ramas, desde que empezaron a tener acceso, fueron poblando Internet con toda clase de mundos virtuales. Parecía que el desarrollo sería ilimitado, parecía haber total libertad de expresión, y gracias a eso, millones de páginas fueron creadas e incorporadas a la web.

No hay que dejar de tener en cuenta el dato siguiente: Hoy día, solamente los oligopolios han podido mantener ese sistema y sacar provecho de él. Miles y miles de pequeños sitios que no han podido asociarse a los grandes, han ido desapareciendo paulatinamente. Ya muchos no quieren seguir haciendo el gran esfuerzo que es mantener un espacio en Internet a cambio de nada o apenas por el intercambio de banners. En gran medida es una pérdida para los internautas, ya que algunos sitios desaparecidos eran realmente buenos y sus creadores merecían mejores oportunidades.

En pequeña escala, pasa también en nuestra región: Al incorporar en sus webs los anuncios y servicios internacionales sedientos de lucro, esos sitios van perdiendo las características propias y pasan a hacer parte de la patronización de la red.

Vamos camino a algo previsible: acabará ocurriendo lo mismo que ha ocurrido en la televisión, donde todos los canales transmiten los noticieros de las grandes cadenas norteamericanas. Los puntos de vistas pasan a ser los mismos, siempre, y todos los que los repiten pasan a ser los portavoces de los dueños de los grandes imperios.

Y ni hablar de la tan mentada libertad que existía en esta maravillosa red.

Las desigualdades existentes entre los países ricos y los pobres, no podía dejar de hacerse más notable en este medio donde la tecnología digital, presupone un estándar de vida, que no se condice con los niveles de pobreza y los países desfavorecidos han visto crecer la brecha de los medios  que les permitan llevar una vida digna y al ritmo de los tiempos que se viven actualmente.

Se creía en el año 1998 que “Esta es la era de lo ciber-libertario. Vivimos en un momento en el que se ha hecho muy popular cierta imagen falsa del ciberespacio. Esta es más o menos la siguiente: el ciberespacio es inevitable, más aún, es irregulable. Ninguna nación puede vivir sin él, más aún, ninguna podrá controlar la conducta de las personas en él. El ciberespacio es ese lugar en el que los individuos están, inherentemente, libres del control de los poderes soberanos del espacio real.”

Pronto cobrarían importancia opiniones como estas: El ciberespacio tiene el potencial de ser el espacio más plena y extensamente regulado que hayamos conocido jamás en cualquier lugar y en cualquier momento de nuestra historia. Tiene el potencial de ser la antítesis de un espacio de libertad. Y, a menos que comprendamos este potencial, a menos que veamos cómo podría desarrollarse, es probable que no nos enteremos de esta transición de la libertad al control.

Siguiendo con el desarrollo de una opinión de Lawrence Lessig,  que comparto plenamente, podemos leer: En primer lugar, al igual que en el espacio real, la conducta en el ciberespacio es regulada por cuatro tipo de restricciones. La ley sólo es una de ellas. A pesar de la falsa imagen existente, ya existen leyes en el ciberespacio, las cuales restringen la conducta en el mismo igual que lo hacen en el espacio real.

También hay normas en el ciberespacio, reglas que gobiernan la conducta y exponen a los individuos a las sanciones de los demás. Y también funcionan en el ciberespacio como lo hacen en el espacio real, amenazando con castigos ex post impuestos por la comunidad.

Y también sucede lo mismo con el mercado. El mercado constriñe en el ciberespacio como lo hace en el espacio real. Si cambia el precio del acceso al ciberespacio, las restricciones a dicho acceso cambian también. Si cambia la estructura de los precios de acceso, la regulación del acceso marginal se modifica también.

Pero, para nuestros propósitos, la más importante de las cuatro restricciones de la conducta en el ciberespacio es la equivalente a lo que denominé arquitectura en el espacio real: lo que llamaré código. Por código quiero decir, simplemente, el software y el hardware que constituyen el ciberespacio tal como es: el conjunto de protocolos y reglas implementadas, o codificadas, en el software del ciberespacio mismo, las cuales determinan cómo interactúan, o existen, las personas en este espacio. Este código, al igual que la arquitectura en el espacio real, establece los términos en los que entro, o existo, en el ciberespacio. Y al igual que la arquitectura, no es opcional. No elijo si obedezco las estructuras que establece el código; los hackers pueden elegir, pero son casos especiales. Para el resto de nosotros, la vida en el ciberespacio está sometida al código, al igual que la vida en el espacio real está sometida a las arquitecturas del espacio real.

La sustancia de las restricciones del código en el ciberespacio varía. Pero lo que no varía es cómo se experimentan. En algunos lugares, uno debe introducir una contraseña antes de entrar; en otros, uno puede entrar si ha sido identificado. En algunos lugares, las transacciones que uno realiza dejan rastros que permiten relacionarle; en otros lugares, esta relación es establecida sólo si el individuo lo elige así. En algunos lugares, uno puede decidir hablar un lenguaje que sólo el destinatario puede interpretar (mediante el cifrado); en otros lugares, no existe esta opción.

Las diferencias están basadas en el código de estos lugares diferentes. El código, o software, o arquitectura, o protocolos, de estos espacios establece estas características; estas son seleccionadas por los que escriben el código y restringen la conducta. En este sentido, como la arquitectura en el espacio real, regulan la conducta en el ciberespacio.

El código, el mercado, las normas y la ley, combinados, regulan la conducta en el ciberespacio, de la misma forma que la arquitectura, el mercado, las normas y la ley regulan la conducta en el espacio real. Debemos, pues, considerar cómo operan conjuntamente estas cuatro restricciones.

 

Ya todos conocemos como se han creado programas destinados a bloquear el acceso a cierto números de sitios web, cuyas informaciones podrían "inflamar la sensibilidad política, religiosa o racial", y aparecieron otros métodos, igualmente represivos, que consisten en utilizar programas-filtro de acceso personalizado, verdaderos instrumentos de censura.

En lugar de aprovechar la nueva cultura del ciberespacio y de dirigir su evolución hacia los valores comunes de justicia, solidaridad y desarrollo, hay muchos gobiernos que se han puesto bastante nerviosos con estas posibilidades y obran en consecuencia.

Internet se está convirtiendo en un medio de masas en los países industrializados, pero sigue siendo un medio para una minoría en los países en desarrollo.

La exclusividad en el acceso a Internet ha llevado a muchos a tildarla de otra tecnología más que sólo está disponible para la élite enriquecida y poderosa de los países en desarrollo. Pero la realidad es algo más compleja y, a pesar de la ausencia de acceso, Internet está teniendo un impacto real.

El mundo de Internet, en teoría accesible a todos los humanos, se enfrenta a una cruel realidad para zonas como la nuestra: Los países en desarrollo se enfrentan con cuatro obstáculos en la mejora de Internet: unas telecomunicaciones deficientes, una incapacidad para disponer de ordenadores asequibles, bajos niveles de educación y un elevado coste en la provisión de los servicios de Internet.

Han sido los usuarios, más que los políticos o los legisladores, quienes han diseñado el desarrollo de Internet. A nivel mundial, la mayoría de los usuarios de Internet son jóvenes y es la juventud la que tiene -o suele tener- la aptitud y el entusiasmo para promover ulteriores avances en las nuevas tecnologías de la comunicación.

Las naciones en desarrollo son jóvenes: en 1995 más del 17 por ciento de la población de los países pobres tenía menos de 14 años, mientras que sólo un 9 por ciento de la población de los países ricos respondía a esa franja de edad.

Veamos estos comentarios, sobre las verdaderas posibilidades de Internet:_

“Con el dinero que se necesita para entrar en el mundo de Internet se puede alimentar a una familia de Bangladesh durante un año. Y cuanto más se desarrolle Internet, más comercial se volverá. Las comunidades que son ricas serán también poderosas; pero la gran mayoría será más marginada todavía. Creo que Internet será un arma del poder económico y del conocimiento”. Profesor Ziauddin Sardar, ed. Cyberfutures: Culture and Politics on the Information Superhighway

“Probablemente he encabezado la cesión de más equipos informáticos a las escuelas que cualquier otra persona en el planeta. Pero he llegado a la inevitable conclusión de que no es un problema que la tecnología pueda resolver. Los fallos en la educación no los puede resolver la tecnología”. Steve Jobs, cofundador de Apple Computer.

Amigo navegante de la red: defiende tu libertad, tanto en este medio como en tu vida real; capacítate y obtiene la mayor instrucción posible. También que el entretenimiento esté presente en tu vida cotidiana. Fundamentalmente elegí ser vos mismo, y defiende tu pequeño mundo, para que este trascienda en la aldea global.

 

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