GEORGE BUSH

 

GEORGE BUSH

 

Siguen las reacciones al discurso de investidura del que se ha erigido nuevo paladín de la libertad, George Bush. Esta vez, desde San Francisco y para el periódico hispano 'Proceso', la periodista Sanjuana Martinez hace su personal análisis político del discurso pronunciado por el presidente americano.

 

 

La periodista contrapone las palabras de Bush a los hechos reales y resalta el peligroso cóctel de politica y religión que podría ser el preludio de una etapa de fascismo. Elegido por "la mano de Dios" para lo que él llama su "mandato divino", George W. Bush, uno de los políticos mas oscuros e incapaces de la historia, se ha autoerigido Nuevo Emperador del Mundo.

 

 

Mientras, el 75% de los estadunidenses piensa que Bush carece de una estrategia para salir de Irak y el 53% considera que la guerra no ha justificado la pérdida de vidas humanas, según un sondeo realizado por el periódico The New York Times y la cadena de televisión CBS.

 

 

BUSH, EL EMPERADOR

 

 

Con un discurso imperialista y napoleónico, George Bush inició su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, asumiéndose como líder mundial, guía espiritual, caudillo ecuménico y paladín bíblico del universo.

 

“Un día este fuego salvaje de la libertad alcanzará los rincones más oscuros de nuestro mundo”, dijo en tono mesiánico, repitiendo la palabra “libertad” en sus dos acepciones, freedom y liberty, nada menos que 42 veces en su fatuo discurso.

 

El Napoleón del siglo XXI (salvando las distancias) promete acabar con la tiranía en el mundo: “La política de Estados Unidos es buscar y apoyar el crecimiento de las instituciones y movimientos democráticos, en todas las naciones y culturas… con nuestros esfuerzos hemos encendido un fuego en la mente de los hombres. Es un fuego que calienta a quienes sienten su poder y abrasa a quienes luchan contra su progreso”.

 

Con tanto fuego, el presidente Bush que se da baños de pureza, y ha llegado a la presidencia bajo unas elecciones seriamente cuestionadas en su limpieza: se puede quemar. Nunca segundas partes fueron buenas.

 

La historia de Estados Unidos nos demuestra que los segundos mandatos de los presidentes en ese país han sido difíciles y, en algunos casos, insostenibles: Johnson tuvo la brillante idea de empezar la guerra de Vietnam, cuyo desenlace fatal sigue en la memoria de los estadunidenses.

 

Nixon se enfrentó al escándalo del Watergate; Ronald Reagan enfrentó el escándalo del Teherangate; mientras Bill Clinton vivió su peor pesadilla sexual: Mónica Lewinsky.

 

El segundo mandato de George Bush se presenta problemático. Y para muestra hemos podido comprobar cómo el presidente “más poderoso del mundo” no mencionó las palabras Irak o Afganistán en su discurso de toma de posesión.

 

Tampoco se refirió a las vergonzosas aventuras de sus soldaditos torturadores en Abu Garib o Guantánamo, o a los crímenes de sus servicios de inteligencia en las cárceles clandestinas de latitudes oscuras a lo largo de Oriente y Occidente.

 

En la juramentación, Bush dijo que “nadie tiene derecho a ser amo y nadie merece ser esclavo”, pero se olvidó de los miles, millones de trabajadores indocumentados hispanos que trabajan en Estados Unidos en condiciones de semiesclavitud.

 

Bush dejó claro que piensa utilizar el mandato que le dieron los ciudadanos estadunidenses, pero convencido de que éste es un “mandato divino”: “Desde la visión de los siglos, nos llegan menos preguntas pero con respuestas más exactas”… ¡Cuidado con aquel que no tenga dudas! Las certezas son altamente dañinas, sobre todo para el hombre que tiene la capacidad de desatar todas las guerras que quiera.

 

Y es que el presidente estadunidense reiteró que atacará a otros países en aras de la seguridad nacional de Estados Unidos: primero EE.UU., después EE.UU y luego EE.UU; es decir, su país está por encima del resto, al más puro estilo de cualquier emperadorzuelo.

 

La mezcla de la política y la religión da malos resultados. Es el preludio del fascismo; sobre todo cuando el presidente se siente tocado por el dedo de Dios, e incluso superior a él. Bush acudió a una multitudinaria misa, algo que es costumbre de todos los presidentes desde que Franklin Delano Roosevelt lo hiciera en 1933; pero en el caso de Bush, la actividad sacra se vuelve sumamente peligrosa, porque el señor padece de megalomanía divina, y piensa que está por encima del Todopoderoso.

 

Las referencias de Bush al fuego tienen una inspiración bíblica, concretamente en episodios como la zarza ardiente de Moisés, o el horizonte de fuego que servía como guía a los israelitas en su huida de Egipto hacia la Tierra Prometida.

 

La puesta en escena para los actos de juramentación daba miedo: era el escenario típico de los eventos de los países totalitarios. Por primera vez, desde que Lyndon B. Johnson ganó la presidencia en 1964, un partido (el Republicano) controla todos los resortes del poder. Johnson concertó ese poder para reforzar el Estado del bienestar, algo muy alejado del objetivo de Bush al acumular poder.

 

El presidente quiere cargarse el Estado y pretende privatizar al estilo capitalista salvaje los escasos residuos de protección social que quedan en este país, a fin de convertir a Estados Unidos en un país neoliberal con nula intervención del Estado con base en las ideas de Martin Feldstein, economista de la Universidad de Harvard y posible sucesor de Alan Greenspan.

 

En febrero, la administración Bush arrancará el proceso de privatización de pensiones para que los trabajadores destinen a planes privados parte de sus contribuciones, con el contrapeso de que paulatinamente se irán reduciendo sus beneficios.

 

Bush quiere trasladar la presión fiscal a los trabajadores, y para ello pretende eliminar los impuestos del ahorro. Además quiere acabar con los seguros médicos que pagan los patrones a los trabajadores, a fin de que sea la fuerza laboral la que los sufrague.

 

Sin embargo, Bush se enfrenta a un segundo mandato en un país profundamente dividido. Su popularidad ha vuelto a caer y la gente empieza a hacer recuento de sus éxitos y fracasos. De hecho, el nivel de 49% es el porcentaje más bajo que haya alcanzado un presidente al iniciar su segundo periodo desde que Eisenhower fue reelegido.

 

El 75% de los estadunidenses piensa que Bush carece de una estrategia para salir de Irak, y 53% considera que la guerra no ha justificado la pérdida de vidas humanas, según un sondeo realizado por el periódico The New York Times y la cadena de televisión CBS.

 

Bush quiere controlar el mundo. Dice querer llevar la democracia a todos los rincones del mundo que padezcan tiranías, pero con el ejemplo de las elecciones de Afganistán, el mundo se ha dado cuenta que no sólo no llevó democracia, sino que fue un inmenso fraude para entronizar en el poder a un títere de Estados Unidos; algo exactamente igual pretende hacer en Irak y luego en Irán o Cuba, o en el país que se le antoje al moderno Nerón.

 

George Bush empieza su segundo mandato con una falta de legitimidad internacional. El mundo es más inseguro con un hombre que carece de límites. Un hombre inestable que ostenta todo el poder.

 

SANJUANA MARTINEZ

 

Publicado por PROCESO

 

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