La omisión de los Derechos Humanos

 

 

 

La omisión de los Derechos Humanos: secuestros, torturas, asesinatos, desapariciones. La "guerra antisubversiva"

 

Concepto de Derechos Humanos:


En nuestro tiempo es una concepción generalizada de que todo hombre, por la sola razón de su condición humana, posee derechos inalienables que deben ser reconocidos y amparados por las leyes. Ni siempre, desde luego, ocurrió así, ni tampoco, cuando se admitían, se concebían de la misma forma. De hecho, hasta llegar a su formulación actual, la idea de los derechos humanos sufrió una larga evolución.

En la actualidad se aceptan los derechos humanos, tanto en el plano nacional como en el internacional, si bien no existe acuerdo ni en cuanto a la naturaleza de los mismos en la teoría, ni en cuanto al grado de aplicación real en la práctica. Para unos, los derechos humanos tienen una naturaleza divina; para otros moral; y para otros, legal. No hay tampoco opinión unánime respecto a si han de ser validados por la intuición, la costumbre, la teoría del contrato social o el principio de justicia distributiva.

No obstante, algunos rasgos son aceptados con carácter de generalidad: 1) los derechos humanos representan demandas individuales de la comunidad para participar en el poder, riqueza, educación y mutua tolerancia; implican reivindicaciones contra las personas e instituciones que limiten el ejercicio de esos derechos; 2) los derechos humanos participan de los órdenes legal y moral, y expresan lo que "es" y lo que "debe ser"; 3) los derechos humanos son universales y atribuibles a cualquier hombre por el hecho de serlo; 4) los derechos humanos de alguna persona o grupo tienen que restringirse en determinadas circunstancias para asegurar los derechos de otras personas o grupos; es decir, existe interdependencia en el ejercicio de los mismos; y 5) existen algunos derechos fundamentales; si para algunos éstos se limitan exclusivamente al derecho a la vida y al derecho a la libertad, otros incluyen el derecho a la propiedad y el derecho a la igualdad de oportunidades.

La evolución antes apuntada en la aceptación de los derechos humanos encontró su reflejo en la Carta de las Naciones Unidas de 1945, en la que se reafirmó la " fe en los derechos fundamentales humanos, en la dignidad y valor de la persona humana, y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, así como de las naciones grandes y pequeñas.

Posteriormente, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó, el 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que no es otra cosa que la suma de todos los derechos tradicionales políticos y civiles de las constituciones y sistemas legales.

La guerra antisubversiva: Según la versión oficial, se trataba de "erradicar la subversión apátrida". Muchas de las víctimas estuvieron involucradas en actividades armadas; muchísimas otras eran dirigentes sindicales o estudiantiles, sacerdotes, activistas de organizaciones civiles o intelectuales disidentes. Pero el verdadero objetivo eran los vivos, los que emigraron, o debieron silenciar su voz, o aún aceptar lo que estaba ocurriendo, por falta de voces alternativas a las que, desde el Estado, justificaban lo sucedido. Ante el horror, la mayoría se inclinó por refugiarse en la ignorancia. Así fueron los hechos:


 

Incursión de los secuestradores o «patota» en los domicilios. Nocturnidad. Anonimato
 

Con la intempestiva irrupción del grupo a cargo del secuestro comenzaba el primer acto del drama que envolvería tanto a las víctimas directas como a los familiares afectados. Los operativos se realizaban a altas horas de la noche o de la madrugada, generalmente en días cercanos al fin de semana, asegurándose así un lapso antes de que los familiares pudieran actuar. 

Generalmente, en el domicilio irrumpía una «patota» o grupo integrado por cinco o seis individuos. A veces intervenían varios grupos, alcanzando hasta 50 personas en algunos casos especiales.

Los integrantes de la «patota» iban siempre provistos de un voluminoso arsenal, absolutamente desproporcionado respecto de la supuesta peligrosidad de sus víctimas. Con armas cortas y largas amedrentaban tanto a éstas como a sus familiares y vecinos. Previo al arribo de la «patota», solía producirse en algunos casos el «apagón» o corte del suministro eléctrico en la zona en que se iba a realizar el operativo.

La cantidad de vehículos que intervenían variaba, ya que en algunos casos empleaban varios autos particulares (generalmente sin chapa patente); en otros contaban con el apoyo de fuerzas regulares, las que podían estar uniformadas, en camiones o camionetas identificables como pertenecientes a alguna de las tres fuerzas y, en algunos casos, helicópteros que sobrevolaban la zona del domicilio de las víctimas.

La intimidación y el terror no sólo apuntaban a inmovilizar a las víctimas en su capacidad de respuesta ante la agresión. Estaban dirigidos también a lograr el mismo propósito entre el vecindario. Así, en muchos casos, se interrumpió el tráfico, se cortó el su suministro eléctrico, se utilizaron megáfonos, reflectores, bombas, granadas, en desproporción con las necesidades del operativo. 

Las «patotas» efectuaban los operativos de secuestro a cara descubierta. En la Capital Federal y en otros grandes centros urbanos, su anonimato estaba garantizado por los millones de rostros de la ciudad. 

En las provincias, donde su identificación era más probable dado que alguno de los secuestradores podía ser vecino de la víctima, debían disimular sus facciones. Así se presentaban usando pasamontañas, capuchas, pelucas, bigotes postizos, anteojos, etc. 

En el único lugar donde esta regla no se cumplió totalmente fue en la provincia de Tucumán, donde el aparato represor actuaba con la mayor impunidad, y la población se hallaba más indefensa y expuesta a su acción.


 

Luz verde (o Area Liberada)

Queda en claro que cuando la «patota» o «Grupo de Tareas» debía efectuar un operativo, llevaba el permiso de «LUZ VERDE». De esta manera, si algún vecino o encargado del edificio se ponía en contacto con la seccional de policía mas próxima o con el comando radioeléctrico pidiendo su intervención se le informaba que estaban al tanto del mismo pero que no podían actuar.

Para trasponer una jurisdicción policial, las fuerzas operantes debían pedir la «luz verde», lo cual hacían mediante el uso del radiotransmisor, o bien estacionando unos minutos frente a la respectiva comisaría o, incluso, al propio Departamento-Central.


 

Secuestros en presencia de niños


Cuando había niños en la familia que era «chupada», la represión procedió de distintas maneras:
 

1) Niños dejados en la casa de algún vecino para que éste se hiciera cargo, hasta tanto llegara algún familiar de la víctima.
2) Niños derivados a Institutos de Menores, que los entregaban a familiares o los cedían en adopción.
3) Secuestro de los niños para su posterior adopción por algún represor.
4) Entrega directa del niño a familiares de la víctima, lo que en muchos casos se hizo con el mismo vehículo que transportaba a la madre.
5) Dejarlo librado a su suerte, en el domicilio donde aprehendían ilegalmente a los padres.
ó) Trasladarlos al mismo Centro Clandestino de Detención, donde presenciaban las torturas a que eran sometidos sus padres, o eran ellos mismos torturados en presencia de éstos. Muchos de estos niños hoy figuran como «desaparecidos». 

Rehenes y «ratonera»

 

En los casos que los efectivos intervinientes no encontraban a la víctima en su domicilio se armaba lo que denominaban una «ratonera», permaneciendo en su casa hasta que éste cayera en la trampa.

En tales situaciones, el operativo de secuestro o «chupada» se extendía varias horas o días, renovando las guardias. En todos los casos los familiares eran tomados como rehenes, siendo sometidos a brutales presiones y atropellos. Los secuestradores usaban todo lo que podían para proveerse de comidas y bebidas. A esto se sumaba naturalmente la requisa del inmueble y el posterior y casi seguro saqueo de los bienes.

Si accidentalmente alguien se hacía presente en el domicilio, era también retenido en calidad de rehén. En el caso de que la víctima principal no apareciera, los secuestradores podían llevarse a su objetivo secundario (parientes o moradores de la vivienda).

El botín de guerra

Los robos perpetrados en los domicilios de los secuestrados eran considerados por las fuerzas intervinientes como «B0TÍN DE GUERRA».

Estos saqueos eran efectuados generalmente durante el operativo de secuestro, pero a menudo formaban parte de un operativo posterior, en el que otra «patota» se hacía cargo de los bienes de las víctimas. Esto configuraba un trabajo «en equipo», con división de tareas bajo un mando unificado.

También en estos casos la seccional de policía correspondiente había sido advertida para que no interviniera ni recibiera las correspondientes denuncias de secuestro y robo. Si bien el saqueo implica un beneficio económico para los integrantes de la «patota» y sus mandos superiores, otra de las motivaciones era el «castigar» a los familiares de los desaparecidos, extendiendo de esta manera el terror.

Torturas en el domicilio de la víctima

En esta suerte de maratón criminal, se registraron casos en que los interrogatorios de las víctimas comenzaban en el propio domicilio, sin esperar el traslado al centro clandestino de detención, en presencia de los familiares, víctimas también del feroz tratamiento.

Conclusión del operativo secuestro

Con el traslado del secuestrado al CCD finaliza el primer eslabón de un tenebroso periplo. Amenazados y maniatados, se los ubicaba en el piso del asiento posterior del vehículo o en el baúl, sumando al pánico la sensación de encierro y muerte. Se procuraba así que el terror no se extendiera más allá de la zona donde se desarrollaba el operativo. Las víctimas no solamente fueron arrancadas de sus hogares o lugares de trabajo sino también hasta de los hospitales.

Tabicamiento

En la totalidad de los secuestros se privaba de la visión a las víctimas. En el lenguaje de los represores, se denominaba «tabicamiento» a la acción de colocarle a la víctima el «tabique», o elemento para privar de la visión.

Ello se efectuaba generalmente en el mismo lugar donde se secuestraba o «chupaba». Los elementos empleados a tal fin eran vendas o trapos que los propios captores traían consigo o prendas de vestir de las víctimas, tales como camisas, pullóveres, camperas, etc., o sábanas, toallas, etc.

Con el posterior ingreso de las víctimas a los Centros Clandestinos de Detención, se abría la etapa decisiva en el proceso de su desaparición.

Intervenciones y resistencia de los defensores de los Derechos Humanos

En los primeros meses, la magnitud de la represión, la ausencia de denuncias o acciones por parte de los partidos políticos, de los sindicatos, de la iglesia y de la prensa colocaron a la ciudadanía en una situación de completa indefensión. El estupor, el miedo, las parálisis y la inacción se extendieron.

Poco a poco, a pesar de las medidas autoritarias y de las amenazas, a pesar de los secuestros y las desapariciones, muy lentamente comenzaron a escucharse algunas voces de protesta. Desde la ética y los principios, los sujetos reclamaban por sus derechos individuales. Se trataba de superar el silencio.

Primero fueron denuncias aisladas, búsquedas individuales. Luego un conjunto de organismos de defensa de los Derechos Humanos comenzó a hacer denuncias públicas en el país y en el exterior. La mayoría de estos organismos se fundaron como consecuencia de la magnitud de la represión. Otros ya tenían historia en nuestro país. Entre ellas se destacaron la Liga Argentina por los Derechos Humanos, fundada en 1937, El Servicio Paz y Justicia, desde 1974, La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, que se conformó en febrero de 1976, Familiares Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, que se crea en 1976 con familiares que fueron encontrándose en las visitas a las cárceles o en trámites diversos en juzgados, comisarías, Ministerios del Interior, la Organización de Madres de Plaza de Mayo, que comienza a reunirse desde 1977 y a reclamar por sus hijos desaparecidos, las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, que es un grupo que se escindió del movimiento original de Madres en enero de 1986 con el retorno de la democracia, las Abuelas de Plaza de Mayo, que se constituyeron en 1977 encaminadas a la búsqueda de los niños desaparecidos para restituirlos a sus legítimas familias, el Centro de Estudios Legales y sociales, que surge en marzo de 1980 con un programa de apoyo legal y sistematización de la documentación que sirvió de apoyatura a las denuncias y la fundación H.I.J.O.S ( los Hijos por la Identidad, la Justicia, contra el Olvido y el Silencio), que se empezaron a reunir en febrero de 1995.

Jorge Facundo Salguero


 


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